La historia de amor de Íñigo Alfonso en Bruselas
Mariana Gancedo fue nombrada oficialmente en septiembre corresponsal de Bruselas en TVE. De este modo cubrió el hueco (me atrevería a decir que agujero enorme) dejado por la imprescindible Marta Carazo, que dio el salto a presentar la segunda edición del Telediario. En realidad, Gancedo ya está más curtida en batallas informativas desde Bruselas, y lo que ahora tiene lugar es la formalización de un estatus.
Pero hete aquí que la pareja de Mariana es el excelso periodista Íñigo Alfonso, que ha decidido acompañarla hasta la capital belga, pero no pegado un cargo por esos que se perciben 60.000 euros brutos al año por pisar unas cuantas moquetas. Hasta donde llegan mis fuentes, ha pedido un año sabático en la radio pública por amor. En el matinal que conducía ha entrado en acción Josep Cuní.
La historia de Gancedo y Alfonso es tan hermosa que me gustaría que fuese cierta. Estoy convencido de que lo será, de lo contrario no me atrevería a hacerla pública.
De todos es sabido que Íñigo no continúa al frente del informativo matinal de RNE pese a su pesar. A mí Íñigo Alfonso me parece uno de los profesionales más relevantes de cuantos posee la radio pública. Corroboré su valía en distancias cortas cuando le vi trabajar en vivo durante las emisiones que realizaba durante los Cursos de Verano de la Complutense en El Escorial.
A él le sobra todo el talento, la mesura, el bagaje y la neutralidad que a tantos les falta. Lo que unido a una corrección gramatical y una pronunciación impecable de nuestra lengua lo hacen imbatible. Es de esas voces que son esencia del concepto de la radio pública. Lo mostró en una entrevista en este periódico a cargo de Francisco Andrés Gallardo. Este gesto de amor me conmovió. Los oyentes perdimos en este caso a un enorme comunicador y los televidentes a una enorme corresponsal.
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