Había una vez un circo que se acabó con Manuel Fraga
Pepe Coira, uno de los guionistas de la docuserie 'El circo de los muchachos', explica algunos detalles de esta semblanza sobre la labor del padre Silva
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Pepe Coira, guionista y productor de series junto a su hermano Jorge como la detectivesca Rapa, ha construido junto a León Siminiani, director de la serie documental, y Juan Alba la historia del delirio del padre Silva. Del proyecto de El Circo de los Muchachos, un poblado de jóvenes convertido en república independiente en la Galicia de los años 60, 70. Sus miembros dieron la vuelta al mundo y se convirtieron en embajadores del espectáculo español. El visionario padre Silva vio crecer y ascender su proyecto vital que tuvo una dura y precipitada decadencia. Prime Video acaba de estrenar este fin de semana El circo de los Muchachos, docuserie sobre este fenómeno sociológico y casi ilógico.
Pregunta.–Como gallego, ¿se entendería una comuna juvenil como la del padre Silva en otro lugar, incluso en otro tiempo?
Respuesta.–Las historias tienen su contexto en cada cultura y en cada momento, pero en verdad la historia del padre Silva y todos los que le acompañaron tienen un paisaje especial en esa Galicia del pueblo de Benposta
P.–Incluso habría un paralelismo entre Silva y Manuel Fraga, que es el presidente de la Xunta cuando el proyecto llega a su fin.
R.–Galicia está presente en ese enfrentamiento entre Silva y Fraga.
P.–¿El religioso es capaz de crear una comuna de filosofía comunista ante las narices de la dictadura?
R.–Yo diría que el padre Silva quiso construir su propia nación. El recinto de Benposta era un territorio autogestionado y legislado, funcionando todo, con su representación democrática. Sería una comuna reglamentada. Con su carácter tiene la iniciativa de arrastrar a otros y consiguió armar algo absolutamente fascinante. Tiene que ver con el carisma.
P.–Y los chicos se hacen fotos ante los monumentos de las ciudades a las que llegan. Sin existir las necesidades de instagram.
R.–El padre Silva conocía bien la importancia de la imagen, era un experto en marketing como si fuera una figura de hoy en día. Allá donde iba el circo originaban esa misma fascinación que despertaba su fundador.
P.–¿Cómo era ese sacerdote?
R.–Todo el mundo habla de un cura muy reverencial. Su vocación de comunicar surge desde muy temprano. Se valía de su sonrisa Él se inspira en la Ciudad de los Muchachos de la película Forja de hombres, con Mickey Rooney y con Spencer Tracy como padre Flanagan. Es un proyecto inspirado desde Estados Unidos y que tiene su carga revolucionaria, libertaria que parece tomar aspectos de la cultura del circo de países de la órbita de la URSS. Todo ello, además, en el mundo de la Guerra Fría.
P.–¿Qué pasó con aquellos jóvenes?
R.–La docuserie es una enorme colección de historias personales, de alumnos diferentes. Ha sido apasionante seleccionar y que el equipo investigara entre esos artistas. Mucho de ellos se quedaron en Australia, en Estados Unidos. Tuvieron una vida artística propia tras formar parte del circo.
P.–¿Por qué desaparece?
R.–Hay aventuras que cuando se es niño funcionan y que dejan de funcionar cuando eres adulto. El padre Silva no supo soltar la idea, no la pudo hacer crecer y el mundo cambiaba más deprisa de lo que él creía. Qué pena no haber parado a tiempo.
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