"Empecé a escribir '1992' al ver la foto del cementerio de Curros"

Entrevista

Francisco Andrés Gallardo - Jefe de sección de Vitally

13 de diciembre 2024 - 08:43

Ya en su ópera prima en el largometraje, Acción mutante, de 1993, un personaje aparecía en ese futuro distópico con una camiseta de Curro. La mascota de la Expo 92 es aquí el eje del debut de Álex de la Iglesia en Netflix, con el estreno hoy de los seis capítulos de 1992. La Expo fue una fijación del entonces joven director, cuyo recuerdo convierte en pesadilla con guion junto a Jorge Guerricaechevarría y Pablo Tebar. Marián Álvarez es una investigadora accidental, Amparo, que sigue la pista de quien deposita muñequitos de Curro en sus víctimas calcinadas tras ser asesinado su marido. Su ayudante es un ex policía alcohólico, Richi, a cargo de Fernando Valdivielso.

Pregunta.–La Expo 92 es una de sus inquietudes de siempre que ahora convierte en objeto de terror.

Respuesta.–La Expo es parte de nuestra historia. Fue un momento bonito y optimista, eso me motiva para darle la vuelta. Fue el momento para mostrar al resto del mundo que habíamos sobrevivido a una dictadura y a una transición y entonces podíamos enseñar que éramos un país nuevo. Yo no pude ir a Sevilla entonces, estaba preparando Acción Mutante, pero seguí la Expo con atención porque entendía que como país nos jugábamos el prestigio. En cualquier momento pensaba que algo iba a salir mal y llevar todo al traste. Lo pensaba yo y millones de españoles. Los temores fueron fundados con aquel pabellón que salió ardiendo. Al dar la vuelta al 92 lo convierto en una trama de corrupción. de ficción.

P.–¿De dónde parte esta 1992?

–Empecé a escribirla cuando vi en Twitter la foto del cementerio-aparcamiento de Curros. Creía que estaban en la misma La Cartuja. Fue a Sevilla y pensaba en encontrarme un lugar misterioso, secreto. Y me encontré un recinto vivo, impecable, lleno de empresas. Tenía que convertir en imaginación esa otra cara de lo que muchos recordamos como un parque de atracciones.

P.–El bonachón naif de Curro unido a un asesino.

R.–Toda la historia de 1992 está inspirada en Los crímenes del museo de cera, con Vicent Price. A Curro le tengo mucho cariño.

P.–¿Habló con sevillanos que vivieron bien de cerca la Expo?

R.–Hablé con muchos, para saber las interioridades del recinto y su contexto. Los problemas de los españoles en 1992 no difieren demasiado de los de ahora aunque tuviéramos ese ambiente triunfalista que pronto se torció en una crisis. Pero todos los testigos coinciden en lo mucho que ayudó a modernizar Sevilla y Andalucía. 

P.–Y en el elenco hay una sevillana que tendrá sus recuerdos.

R.–Paz Vega hace un gran trabajo, como el de Marián, que es encantadora. A Fernando Valdivielso lo seguí con Venus, de Jaume Balagueró.  Lo importante en una historia como esta es que tanto los decorados como los actores mejoren la historia con su aspecto. La apariencia de Fernando es ultra hostil, pero ese tío resulta que es tierno y comprensivo. El choque de elementos contradictorios es un juego más.

P.–¿El terror es más terror cuando está a la vuelta de la esquina?

R.–Es la clave. La Expo la tenemos idealizada así que da para una historia de terror. El costumbrismos da buenos mimbres para el terror, en un polígono, en un centro comercial, los lugares de todo los días. Es lo que hacen los americanos, pero para nosotros suena exótico lo de Asesinato en Brooklyn, que es como si fuera Asesinato en Las Rozas

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