Íñigo Errejón en 'La Sexta Noche'
Íñigo Errejón en 'La Sexta Noche'
Francisco Andrés Gallardo

25 de octubre 2024 - 17:07

No es necesario insistir en que el populismo de Podemos ha sido de lo peor, junto al independentismo catalán y los rescoldos del terrorismo en el secesionismo vasco, para la estabilidad de España a lo largo de la década larga cuando pareció implantarse el llamado multipartidismo. El actual presidente del Gobierno y su gente siguen rebañando esa lata.

Podemos, a fin de cuentas, pareció nacer en aquel 15M pero realmente fue la sublimación de una serie de gafapastas remilgados, disfrazados de tipos formados y molones, que quisieron asaltar los cielos desde los mullidos cojines de las tertulias de la tele. Y enfrentarnos. Destruir al otro. La Sexta les ponía la alfombra. Y en Intereconomía, también. Pablo Iglesias, Monedero, Bescansa, Echenique y Errejón son la triste alineación de un partido en el que sólo ganaban ellos y los suyos y perdíamos los demás. El tiempo los ha puesto rápidamente en su sitio. “Subieron como cohetes, cayeron a plomo”, recordó hace unos días Felipe González. En vaso comunicante, hicieron resucitar a la extrema derecha, asidero mutuo de autoafirmación.

Lo de las denuncias de agresiones sexuales de Errejón no sorprenden cuando se contempla la deriva en general de los dirigentes podemitas, más preocupados en la cartera y en la bragueta que en los derechos sociales que tanto pregonaban. Eran unos acusicas supremacistas, que por decir ser de izquierdas no tenían ya que dar justificaciones ni de sus actos ni de su conciencia. A buen seguro que surgirán más escándalos no sólo del aniñado tertuliano, que generaba tantos memes, como un conejito inofensivo, sino todo esa órbita inquisidora que durante años nos señalaba lo que era políticamente correcto.

La cúpula podemita necesitaba de la pantalla para patalear sus escandaleras ventajistas, donde ellos tenían toda la razón e incluso se permitían juzgar y menospreciar todo lo que hicieron nuestros mayores para construir la democracia que, por fortuna y no sabemos por cuánto tiempo, nos permite la estabilidad para vivir, trabajar y prosperar. 

Mala gente que camina y va apestando la tierra. Errejón allá va, lastrando todo lo que le irá cayendo. Hasta nunca.

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