Ciudades del mundo para el mundo

La Convención del Patrimonio Mundial comenzó su andadura en 1975 y establecía las bases de lo que se iba a considerar Patrimonio Mundial en sus dos vertientes: Cultural, en el que tienen cabida los monumentos, los grupos de construcciones y lugares o creaciones humanas; y Natural, dedicado a los monumentos naturales, las formaciones geológicas y fisiográficas y los lugares naturales y zonas naturales. Así, la UNESCO incidía en que “ciertos bienes del patrimonio cultural y natural presentan un interés excepcional que exige se conserven como elementos del patrimonio mundial de la humanidad entera”, por lo que instaba a los países miembros a que identificaran, protegieran, conservaran, rehabilitaran y transmitieran a las generaciones futuras el patrimonio cultural y natural situado en su territorio. 

Dentro del Patrimonio Mundial Cultural, los centros urbanos reconocidos por la UNESCO requieren un enfoque particular y la implementación de acciones efectivas para garantizar la conservación y mejora de sus patrimonios en línea con los criterios que la propia Convención establece. Es en este sentido en el que la pasada cita de Quebec, bajo el lema ‘Mejorar la calidad de vida en las ciudades del patrimonio mundial’, se enfocó en considerar el impacto de los nuevos modos de vida que surgieron, las cambiantes maneras de vivir en las ciudades, y las aspiraciones de los diversos usuarios de la ciudad. El objetivo que se propone la OCPM en este sentido viene determinado por la obligación de garantizar la preservación y la valorización de la ciudad histórica, hacer de la ciudad lugares más calmos, más seguros y sanos y, el rasgo más humanista, considerar la ciudad histórica como un laboratorio de ideas.

De Quebec a Córdoba

Para la OCPM, la historia de cada ciudad es testigo de su capacidad para reconstruirse constantemente en nuevas formas de lógica urbana que son compatibles con cada era. El espacio urbano de la ciudad histórica ha servido y aún sirve como guía, tanto para la transformación del tejido urbano existente como para la expansión urbana. Por ello, la ciudad histórica ofrece soluciones para la ciudad como un todo.

Del documento que surgió en el anterior Congreso Mundial, conocido como la Hoja de Ruta de Quebec, en el que se ofrecían un conjunto de actividades de asistencia a las ciudades miembro que les ayudaran a atender los complejos y urgentes retos urbanos, inspirándose en la recomendación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la Nueva Agenda Urbana, y Historic Urban Landscape. De esta manera se pretende implementar un enfoque patrimonial para la planificación urbana, estableciendo una dinámica basada en la revitalización del tejido urbano histórico y ponerlo al servicio del desarrollo y el bienestar.

A lo largo de este tiempo, las diferentes ciudades que forman parte de la OCPM han ido desarrollando un trabajo común orientado a dar respuesta a esos retos a los que se enfrentan las Ciudades Patrimonio; llegando a la capital califal con diferentes propuestas y posibles soluciones que permitan concilar la parte urbana con la humana y la naturaleza.

En aquella cita de hace dos años, Córdoba logró postularse como ciudad sede del XVII Congreso Mundial tras varios intentos; aceptando con ello, la responsabilidad de afrontar una cita como esta con una temática, la de la habitabilidad en los centros históricos Patrimonio Mundiales, y que será determinante para el futuro de estos enclaves únicos y excepcionales.

Criterios de Selección

Para que un bien, ya sea cultural o natural, sea declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO se requiere que estemos ante un bien único, que sólo se encuentra en una parte del mundo; irremplazable, en el sentido de que su desaparición supondría un daño irreparable; y auténtico ya que permanece tal y como se construyeron en primer término o se formaron. En el caso de los bienes culturales deben representar una obra maestra de creación humana, dar testimonio de un intercambio de influencias durante un periodo o área cultural determinada así como de una tradición cultural o de una civilización.

Otro de los puntos está relacionado con que el bien representa un estilo de construcción o paisaje característico de un periodo significativo en la historia de la humanidad, constituye un ejemplo de establecimiento humano representativo de una cultura y, por último, su relación con acontecimientos, tradiciones vivientes, creencias, obras excepcionales, etcétera.

En el caso de las candidaturas a bienes naturales, la UNESCO establece que deben ser testimonio de una época de la vida de la Tierra, representar la evolución y el desarrollo de los ecosistemas, ser lugares de una belleza natural excepcional y poseer un hábitat natural importante para la conservación de la diversidad biológica. La incorporación dentro de la figura de Patrimonio Mundial no es inamovible ya que cualquier cambio en el bien puede llevarlo a entrar en la lista de Patrimonio en Peligro o, en el peor de los casos, ser excluido del listado.