El Queen Mary convertido en el hotel Overlook
LA MALDICIÓN DEL QUEEN MARY | CRÍTICA
La ficha
* 'La maldición del Queen Mary'. Terror, Reino Unido, 2023, 124 min. Dirección: Gary Shore. Guion: Gary Shore, Stephen Oliver. Música: Tiffany Ashton, Jason Livesay, Nolan Livesay. Fotografía: Isaac Bauman. Intérpretes: Alice Eve, Joel Fry, Nell Hudson, Angus Wright, Lenny Rush, Jim Piddock.
Tras su amarre como reliquia histórica y atracción turística en Long Beach, California, la imaginación de unos y el interés de otros -supongo que como suele suceder lo segundo tiene mucho que ver con lo primero- creó la leyenda maldita del lujoso trasatlántico inglés que hizo la ruta Southampton-Nueva York entre 1936 y 1967. A quienes murieron en él asesinados o por causas accidentales parece que les da por pasearse, gemir y aparecerse para mayor disfrute de quienes gustan de visitar lugares malditos o encantados y para beneficio de quienes los explotan.
Es lo que hace, muy modestamente, esta película que convierte el trasatlántico un poco en el hotel Overlook de El resplandor y un poco en la casa de Amityville que tanto entretuvo a Ed y Lorraine Warren y tanto dinero dio a quienes produjeron las 20 películas inspiradas en ella. En El misterio del Queen Mary se entrecruzan las historias de dos familias, una que en la actualidad se interesa por la maldición del barco con las funestas consecuencias que esta curiosidad suele tener y otra que viaja en él en 1938, cuando era el barco más veloz además de lujoso en el que millonarios y estrellas -entre ellas, en este caso, Fred Astaire- viajaban, viéndose atrapados por el origen de la maldición. Como si Kubrick -y pido disculpas por la comparación entre una y otra película- hubiera incluido en El resplandor la historia de la foto de la fiesta del 4 de julio de 1921 en la que aparece Jack Nicholson.
Por desgracia el flojo guión escrito a tres manos no une bien las dos historias ni logra desarrollar convincentemente los hechos -pese a su pretensión de vincular lo paranormal con los inevitables problemas familiares y con algunas cuestiones de actualidad-, los intérpretes aportan poco y la dirección de Gary Shore -publicista de éxito y realizador de modesta filmografía tanto en número como en calidades: Drácula, la leyenda jamás contada y un episodio de la colectiva Holidays- no logra enmendar nada, optando por el susto en vez de por el terror y por el efectismo facilón en vez de la sugestión. Si buscan terror en el mar, mejor vuelvan a ver las apreciables Deep Rising. El misterio de las profundidades o Ghost Ship. El barco fantasma. Y si de verdad quieren disfrutarlo, lean los relatos de William Hope Hodgson -el maestro del terror en el mar- reunidos en Un horror tropical y otros relatos y sus novelas Los botes del Glen Garrig y Los piratas fantasmas.
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