Pobre Marcello

Marcello Mio | Crítica

Catherine Deneuve, ante Chiara convertida en Marcello.
Catherine Deneuve, ante Chiara convertida en Marcello.

La ficha

● 'Marcello Mio'. Comedia, Francia, 2024, 120 min. Dirección y guión: Christophe Honoré. Música: Alex Beaupain. Fotografía: Rémy Chevrin. Intérpretes: Chiara Mastroianni, Catherine Deneuve, Fabrice Lucchini, Nicole García, Melvil Poupaud, Benjamin Biolay, Stefania Sandrelli.

La originalidad exige talento para no incurrir en la extravagancia hueca y el juego autobiográfico exige genio para no caer en la autocomplacencia. Esta película roza a uno de los más originales y personales directores de la historia del cine y desde luego al que con más genialidad utilizó su propia vida -tanto en el sentido de hechos y recuerdos reales como sobre todo del inconsciente y sus anhelos o temores- para construir su gigantesca y deslumbrante obra: Federico Fellini. Marcello Mastroianni interpretó para él La dolce vita, La entrevista, Ginger y Fred y, sobre todo, Fellini 8 1/2, la más abismal introspección/extroversión jamás rodada, en la que el director no sólo se autorretrata, sino que filma el proceso creativo interior que hace nacer la película.

Marcello mio sigue suicidamente, o lo intenta, esta senda. Trata, se supone, de Marcello Mastroianni (el ausente) y de su hija Chiara (la omnipresente) en un juego de intercambio de personalidades que la convierte en su padre, abrumada por el peso de su apellido, por el recuerdo omnipresente de su famosísimo padre no solo en su memoria personal, lo que es lo natural, sino en la de todos lo que la reduce, pese a su aceptable carrera como actriz, a ser la hija de Mastroianni. Lo que, por desgracia, esta película empeora. Un juego en el que interviene su madre, Catherine Deneuve, supongo que porque por una hija se hace cualquier cosa.

La dirige Christophe Honoré, quien sobre las relaciones no siempre fáciles entre hijos y padres ya había rodado Mi madre y Dans Paris, y que ha dirigido a Chiara Mastroianni en ocho películas. Quizás haya querido hacer confluir su interés por la relación entre padres e hijos en la de Chiara con Marcello, y su admiración por la actriz a la que admira. Aunque más que de confluencia habría que hablar de choque, porque la ambición del proyecto desborda sus capacidades creativas derivando al disparate sin pies ni cabeza.

Más que de confluencia habría que hablar de choque, porque la ambición del proyecto desborda sus capacidades creativas

Acaba de incorporarse al catálogo de Filmin El gran Gabbo (1929), codirigida e interpretada por Erich von Stroheim que interpreta a un ventrílocuo cuyo muñeco tiene vida propia, tema tratado perversamente en un episodio de la excelente película colectiva Al morir la noche (1945). Algo de ellas hay en esta. ¿Qué o quién es Marcello Mastroianni aquí? ¿Un muñeco manejado por su hija que llega al extremo ridículo de disfrazarse de él o el ventrílocuo que desde el más allá, pero permanentemente vivo y presente en sus películas, la maneja y obsesiona a ella? ¿Trata del duelo por el padre con un sentido de homenaje, de la liberación terapéutica de una obsesión por el actor o de las dos cosas? El caso es que al director le faltan fuerzas para sacar adelante este proyecto dañado desde el principio, porque solo se puede hacer una confesión autobiográfica en primera persona y en este caso Honoré es el guionista y director, y Chiara Mastroianni solo el personaje y la actriz de lo que se supone es su propia historia, su propio duelo o su propio conflicto con su padre. Pero resulta que todo está escrito y filmado por otro. No pudiendo impedir que en más de una ocasión se incurra en lo grotesco, especialmente cuanto más a Fellini o al fellinismo se aproxima.

Caminando dando traspiés entre el documental y la ficción (¿se pretende seguir el camino de los seudo documentales inventados por Fellini, que dedicó en uno de ellos, La entrevista, el más emocionante homenaje a su amigo Marcello en el episodio con la Ekberg?) cuyo mayor fracaso es que el gancho, lo que atrae y lo que se utiliza para vender el producto es el nombre y el recuerdo de Marcello, no el de Chiara. La cosa suena a esos hijos de grandes cantantes que hacen un disco de duetos utilizando la voz grabada de su padre.  

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