El gato negro de 'Flow' camina con firmeza hacia los Oscar tras ganar en los Globos de Oro
La cinta, dirigida por el letón Gints Zilbalodis, se estrena el próximo 24 de enero y ya es una de las favoritas para llevarse la estatuilla la mejor película de animación
Crítica de 'Flow': Fabuloso reino animal
No será el primer minino, ni tampoco el último, que conquiste el séptimo arte. Los malvados siameses Sy y Am de La dama y el vagabundo, el picaresco Gato con Botas de Shrek, el escurridizo Gato de Cheshire de Alicia en el país de las maravillas, el carismático Garfield o la sofisticada Duquesa de Los Aristogatos. Son algunas referencias de largometrajes de dibujos animados que se han servido del felino de siete vidas para crear personajes entrañables. El último que se suma a la lista es el protagonista de Flow, cinta que dirige el letón Gints Zilbalodis y que postula como una de las películas favoritas en los Oscar, dentro de la categoría de animación. También ha sido nominada a mejor película europea en la 39ª edición de los Goya.
La cinta no tiene ningún diálogo –ni los necesita– para desplegar una belleza y ternura magistral. El gatito negro de ojos gigantes que la protagoniza se ve envuelto en una inundación que le obliga a descubrir el mundo. A huir de manera forzosa de la comodidad y quietud del hogar para aventurarse en lo desconocido. No hará el periplo solo. Un lémur, un perro, un capibara y un pájaro se subirán a un bote de madera junto a él para desafiar todos los peligros de la naturaleza salvaje y deshumanizada en un mundo posapocalíptico. Lejos de lo que podría parecer devastación, dolor y caos, Zilbalodis despliega unos paisajes deslumbrantes en esta suerte de odisea, que muchos tachan de joya europea.
Como en la aventura que emprenden los protagonistas, esta es la primera vez que su director trabaja en equipo. En su anterior filme, Away, se enfrentó a todo en soledad. Efectos visuales, banda sonora, guion y animaciones. En Flow, el principal desafío para el creador ha sido confeccionar el propio guion "y enfrentarme a una página en blanco", pero también "contar una historia sin diálogos" a través de un grupo de personajes que, de manera individual, "tienen que parecer interesantes". De hecho, sobre esta peculiar manada, recalca que "no quería que hubiera antagonistas". Desaparecen los clásicos villanos que abundan en este tipo de filmes para dar paso a animales que dialogan, discuten y "que, aun teniendo aspectos negativos o malos, cada uno intenta hacer cosas buenas".
Sobre esta ausencia de diálogo, que para muchos creadores sería un limitante, a Zilbalodis le da una libertad creativa que no conoce fronteras. "Lo bueno que tiene la animación es que puedes hacer lo que quieras. Es difícil empezar cuando cuentas con factores limitantes y el tener alguna alimentación es algo positivo, porque te da un punto de partida", reflexiona el realizador y apunta además que, a su parecer, "es una forma original de contar la historia". Pero también entra en juego que "no puedo explicar algunas sensaciones y sentimientos solamente con palabras y quería hacer algo que no se hubiera hecho antes... aunque pueda ser un reto, también es muy emocionante". Por otro lado, indica que no considera que su obra sea un largometraje pertenezca al "cine mudo", porque "la música y el sonido sí están presentes y juegan un papel importante, incluso más que en otras películas".
Sin que sea intencionado, la cinta aborda diferentes temas sociales como la inmigración o los desastres naturales. "No empecé por ahí, porque siempre parece que alguien quiere enseñarte algo", bromea el creador y matiza que todo "surgió de forma orgánica". Desde la caída del gato al agua hasta la cooperación entre los animales. "Tiene además algo posapocalíptico con el gran diluvio, pero no quería que fuera una cosa oscura y negra. Hay una gran aventura que está equilibrada a través de aspectos luminosos y brillantes, con enormes posibilidades de llegar al público", valora el creador.
La ausencia, en este universo devastado, de humanos "es algo que estaba ahí desde el principio". Más allá de algunos detalles que evidencian que el protagonista es un gato doméstico, no hay rastro de personas. Un rasgo que se debe, precisamente, a la ausencia de diálogos. Además, "ya se ha mostrado este tipo de experiencias desde el punto de vista humano, pero nunca desde la perspectiva de los animales... eso hace que sea más intenso". El creador quiere que el espectador "imagine, preste atención y deduzca lo que está pasando" en el interior de este arca de Noé.
Y es que los movimientos de cámara y los planos hacen que el público se meta en el interior del bote como si fuera una experiencia inmersiva. "Quería que el espectador se sintiera muy próximo a los personajes y no los observara desde la distancia", argumenta Zilbalodis. Para ello, "la cámara se convierte en un protagonista más", porque "apunta al gato, pero a veces, se distrae y mira hacia otro lado... le llama la atención la lluvia o el agua". Rasgos propios de los animales cuando algo les sorprende. Sus expresiones, sus gestos y movimientos han sido tomados de las mascotas del director y de su equipo: "También fuimos al zoo y los sonidos de los animales son reales".
Aunque llegará a las salas de cine el próximo 24 de enero, la cinta se estrenó oficialmente en el prestigioso festival de Cannes. “Acabamos la película justo unos días antes y solo la había visto con el equipo, ni siquiera con un público objetivo”, recuerda entre risas el realizador y señala que “fue un alivio enorme ver a la gente reírse y emocionarse en los momentos que pretendíamos”. El director se la jugó con la prueba de fuego, porque “la seleccionaron antes de que estuviera terminada y la fecha límite era muy importante”. El resultado, una obra maestra de la animación que va directa a coronarse –con un Globo de Oro por el camino– en el Teatro Dolby de Los Angeles.
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