La directora Icíar Bollaín compite por la Concha de Oro con ‘Soy Nevenka’

Mireia Oriol y Urko Olazábal protagonizan el filme basado en el caso real de la política Nevenka Fernández

Javier Bardem, antes de recibir el Premio Donostia: "Tal como está el mundo es difícil celebrar nada"

El actor Ricardo Gómez, la guionista Isa Campo, la directora Icíar Bollaín, el actor Urko Olazabal y la actriz Mireia Oriol.
El actor Ricardo Gómez, la guionista Isa Campo, la directora Icíar Bollaín, el actor Urko Olazabal y la actriz Mireia Oriol. / Unanue/ep
Redacción

21 de septiembre 2024 - 20:41

Tras Maixabel (2021), Iciar Bollaín vuelve en Soy Nevenka a centrarse en un personaje real, Nevenka Fernández, la primera mujer que se atrevió a denunciar a su acosador, su jefe y alcalde de Ponferrada Ismael Álvarez, en una película que es “un acto político” y una llamada de atención a cambiar el foco hacia el agresor.

“Hay muchos #MeToo todavía pendientes, en la política, en la empresa, y todos sabemos que queda mucho por hacer. Hay que dar espacio y que eso se escuche”, reclamó la directora madrileña, en una rueda de prensa en el Kursaal, donde defendió la cinta, a competición en la Sección Oficial de la 72 edición del Festival de Cine de San Sebastián.

Acompañada de los protagonistas de la película Mireia Oriol y Urko Olazábal, los productores Juan Moreno y Koldo Zuazua y la guionista Isa Campo, Bollaín ha hablado de la pertinencia de rodar esta película, aun cuando existe un documental de 2021 y una novela de Juan José Millas, Hay algo que no es como me dicen, en las que se han apoyado ella e Isa Campo para la composición de la ficción.

“Me pareció que la distancia de estos 23 años nos permitía no solo entrar en el acoso que sufrió, sino plantearnos dónde estamos ahora”, manifestó Bollaín.

La realizadora es consciente de que la cinta se podía enfocar de muchas maneras, pero tenía “muy claro”, apuntó, “que queríamos contar el acoso (...). Pensamos que había ahí un tema que nos hacía falta entender bien: es difícil entender a una víctima de acoso. Y queríamos al espectador con ella”, aseveró.

Y, aunque “se ha avanzado en temas de consentimiento, de sensibilidad, en cuanto al acoso –añadió a su lado Isabel Campo, que ya trabajó con ella en el guion de Maixabel– todavía hay mecanismos sociales que perduran. Nos parece que siempre hay alguna grieta por la que no se cuenta totalmente la versión de la víctima y socialmente ahora estamos viviendo un momento en esa línea”.

Soy Nevenka, con una muy solvente Mireia Oriol en el papel principal, comienza en el año 2000, cuando una jovencísima Nevenka Fernández es nombrada concejala de Hacienda en el Ayuntamiento de Ponferrada. Todo el mundo, su familia incluida, le advierte de que se mantenga lejos de Ismael, el alcalde y amigo de su padre.

El vasco Urko Olazábal, impecable como trasunto de Ismael Álvarez, cuenta que el alcalde es un hombre acostumbrado a hacer su voluntad en lo político y en lo personal, y Nevenka le gusta.

Cuando el acoso se hace insoportable, la joven decide denunciar, aunque es consciente del precio que va a tener que pagar. No cuenta con nadie, la sociedad de Ponferrada le dará la espalda y los medios la van a someter a un juicio público.

Hay, en Soy Nevenka, piezas documentales sonrojantes de comentarios de periodistas como Ana Rosa Quintana acusándola directamente de no haber querido defenderse del acoso del alcalde. “Todo eso pasó”, recordó Bollaín.

La película denuncia “el silencio cómplice” alrededor de Nevenka, señaló Bollaín: “Esto tiene que cambiar –afirmó la directora madrileña, ganadora de dos goyas de trece veces nominada–. Ha cambiado la respuesta social, estoy convencida, lo hemos visto (...) pero creo que todavía ponemos el foco en la víctima, que hable, que denuncie. Creo que hay que intentar cambiar el foco, y mirar hacia el agresor. Y en nuestro entorno más cercano, aislarlos y no ser cómplices con el silencio”.

Soy Nevenka finaliza con el juicio celebrado en 2002 que marcó un antes y un después en España; Nevenka es una mujer debilitada y exhausta que se pierde en su jersey de lana; ojeras, y dolor en su rostro, que no cambian con el resultado del juicio.

Para el productor Juan Moreno, la sociedad “ha mejorado, pero no estamos ni al diez por ciento del camino que hay que recorrer. Soy Nevenka es un acto político y la hemos hecho porque creemos que puede servir: la gente joven tiene que ver cómo un pueblo entero salió a defender a un acosador. Nuestra vocación es ayudar en ese sentido”.

La cinta llegará a los cines el próximo 27 de septiembre y después se podrá ver en Movistar Plus+.

La actriz australiana Cate Blanchett tras recibir el Premio Donostia 2024.
La actriz australiana Cate Blanchett tras recibir el Premio Donostia 2024. / Javier Etxezarreta/efe

La actriz australiana Cate Blanchett recibe el Premio Donostia 2024

La actriz australiana Cate Blanchett, Premio Donostia 2024, ha reivindicado en San Sebastián el derecho de protesta como parte de la vida en democracia, pero lamentó que algunos conflictos “no pueden resolverse en la alfombra roja”. En rueda de prensa poco antes de recibir el premio honorífico del festival de San Sebastián de manos del mexicano Alfonso Cuarón, Blanchett se refirió así a una pregunta sobre el vestido con los colores de la bandera palestina que lució en el pasado Festival de Cannes.

“Hay muchos conflictos sobre los que nos sentimos impotentes”, ha señalado para recalcar que “el derecho de protesta es muy importante, es parte de vivir en democracia, escuchar todos los puntos de vista, pero hay muchas heridas que no pueden resolverse en una alfombra roja ni con una declaración que yo haga”.

Ganadora de dos Oscar, por Blue Jasmine de Woody Allen y El aviador de Martin Scorsese, Blanchett es una de las actrices más reconocidas y reclamadas de la industria cinematográfica y ha trabajado con directores como David Fincher, Anthony Minghella, Wes Anderson, Alejando G. Iñárritu, Guillermo del Toro o Todd Haynes.

A punto estuvo de sumar a Pedro Almodóvar a esa lista con un proyecto, la adaptación del libro de Lucía Berlín Manual de mujeres para la limpieza, que no salió adelante porque el director manchego se echó atrás.

Ha manifestado sin tapujos sentirse muy agradecida por el hecho de que la entrega de su premio Donostia esté en medio de la de Javier Bardem, que lo recibió el viernes y la de Almodóvar, que lo recogerá la próxima semana. “Significa mucho para mi”, aseguró, “los premios son maravillosos y cuando vienen de una cultura que no es la tuya adquieren un significado especial”.

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