Conciliar o sobrevivir: Las 'malasmadres' frente a las vacaciones de Semana Santa
El colectivo vuelve a reivindicar exigir el derecho a "cuidar con dignidad cuando se cuida, y a trabajar con dignidad cuando se trabaja"
El 64% de las madres reconoce haber asumido algún coste laboral: "Estamos hartas"

La Semana Santa llega cada año cargada de fervor, tradiciones y momentos de pánico cuando llegan las vacaciones escolares el Viernes de Dolores.
Para muchas madres en España no es precisamente una semana de recogimiento ni descanso. Es, más bien, una carrera de fondo para sobrevivir a lo que muchas han llamado los "juegos santos de la conciliación", una combinación de malabares imposibles para cuidar de los hijos en vacaciones escolares mientras se intenta mantener el empleo o el propio negocio a flote.
Los juegos santos de la conciliación
Es el reclamo del conocido movimiento Malasmadres, capitaneado por la malagueña Laura Baena, quien no cesa en su activismo para poner los cuidados en el centro del debate social.
En un país donde la conciliación sigue siendo un privilegio de unas pocas y no un derecho universal, la llegada de los días no lectivos activa una red de estrategias de emergencia. Según la encuesta realizada por el colectivo, 7 de cada 10 mujeres recurren a los abuelos para cubrir el cuidado de los menores cuando ellas o sus parejas no pueden. De este modo, la figura de la abuela, que además de cuidar, manda tupers; y se convierte, literalmente, en una "santa protectora" para muchas familias, según las Malasmadres.
El temor a ser penalizada laboralmente
El panorama es aún más complicado para quienes trabajan por cuenta ajena.
El 87% de las mujeres reconoce haber renunciado a algún aspecto de su carrera profesional tras convertirse en madre. Pedir vacaciones o solicitar días libres en Semana Santa no es solo una cuestión de agenda, sino una negociación que a menudo va acompañada de culpa y el temor a ser penalizadas laboralmente, tal y como denuncian numerosos testimonios de mujeres adheridas al colectivo.
Por su parte, las mujeres autónomas, que representan un número creciente, viven esta semana como un reto diario.
Una de cada diez ha emprendido precisamente en busca de horarios más flexibles, huyendo de la rigidez del sistema laboral tradicional. Sin embargo, esto no las salva del dilema: trabajar con los niños en casa y sentir que no se hace bien ni una cosa ni la otra.
La flexibilidad, que debería ser una herramienta básica de conciliación, apenas llega al 19% de las trabajadoras en días no lectivos o vacaciones. Mientras tanto, el teletrabajo sigue siendo una opción escasa, especialmente en empleos feminizados o de menor cualificación.
"¿Para qué tienes hijos si te quejas?"
En este contexto, muchas madres no visualizan estos días como un espacio de disfrute en familia, sino como una prueba de resistencia. Y lo más duro no es solo el cansancio o la carga mental, sino también el juicio social. “¿Para qué tienes hijos si te quejas?”, “¿para qué pides conciliación si no quieres estar con ellos?” son frases que muchas han escuchado más de una vez.
Cabe recordar que reivindicar un claro ejemplo de desigualdad en una sociedad donde prima la productividad feroz frente a los cuidados, de adultos y menores, no es quejarse: es exigir el derecho a cuidar con dignidad cuando se cuida, y a trabajar con dignidad cuando se trabaja.
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