Caperucitas mormonas y el lobo ateo

Heretic | Crítica

Hugh Grant entierra definitivamente al galán romántico en 'Heretic'.

La ficha

*** 'Heretic'. Terror, EE UU, 2024. 110 min. Dirección y guion: Scott Beck, Bryan Woods. Música: Chris Bacon. Fotografía: Chung Chung-hoon. Intérpretes: Hugh Grant, Sophie Thatcher, Chloe East, Elle McKinnon, Carolyn Adair, River Codack.

Lo más llamativo de esta buena película de terror psicológico que deriva en horror físico es que enlaza las redenciones -en sentido laico y artístico, por supuesto, dado el tono superficial pero radicalmente antirreligioso de la película- de dos directores cuarentones y de un maduro actor sesentón. Ellos son Scott Beck y Bryan Woods, excelentes guionistas cuando trabajan para John Krasinski (Un lugar tranquilo) y mediocres directores con tendencia al exceso truculento (La casa del terror) y la bobería fantástica (65). Ahora han logrado aunar su brillantez y originalidad como guionistas con un trabajo impecable (salvo en el final) como directores. Casi todo el metraje de la película se sufre (lo que en este género quiere decir que se disfruta) como un crescendo de tensión muy bien dosificado, densificándose la atmósfera cada vez más opresiva, tomando poco a poco forma la amenaza que desde el principio está latente, perfectamente perfilados y magníficamente interpretados los personajes.

Esto nos lleva a lo segundo, la redención de ese maduro actor que es Hugh Grant, el que tras un brillante inicio con Maurice, Lo que queda del día y Sentido y sensibilidad, se convirtió en una mueca esclavizada a un mismo tipo repetido una y otra vez en comedias. Empezó una carrera de redención y liberación con Flora Foster Jenkins, la miniserie Un escándalo muy inglés o Wonka, y ahora la culmina con esta extraordinaria interpretación en la que, definitivamente, entierra al galán cínico, pero también blandiblú, con su permanente mueca despectiva y crea un personaje potente, terrorífico, en el que se adivina una locura y una crueldad domesticadas que en cualquier momento pueden desatarse. Eso sí, aprovechando el estereotipo del flemático inglés capaz de ocultar sus sentimientos tras una máscara sonriente que tantas veces ha interpretado para ir descubriendo, en una especie de striptease emocional, su verdadera personalidad.

Dos chicas mormonas de esas que van de casa en casa promocionando su fe (muy bien interpretadas por Chloe East y Sophie Thatcher) cometen el error de llamar a la de un tal señor Reed que parece sentir interés por la polémica religiosa. Las recibe amablemente. Se suceden las conversaciones sobre las religiones, sus orígenes y sus supuestos engaños. Dos fanatismos, el de las creyentes radicales y el del ateo (que también existe un fundamentalismo ateo), se van enfrentando poco a poco. No sin humor afilado, no sin mala leche por parte de los guionistas y directores que cargan contra las religiones, la de las chicas en particular y todas en general. Con una cierta tosquedad, todo hay que decirlo, que no estamos en un territorio buñueliano precisamente. Y una tela de araña se va tejiendo en torno a las dos desdichadas. La descubrirán, al igual que lo que se oculta tras la máscara de su anfitrión o tras algunas puertas de su casa, demasiado tarde.

Conforme la personalidad del protagonista -al que Grant convierte en la más importante razón para ver esta película- se va desvelando y las puertas cerradas se van abriendo la película va perdiendo esa tensión que la convierte en un apreciable ejercicio de terror psicológico para deslizarse hacia lo truculento. Afortunadamente esto sucede pasada más de la mitad del metraje.

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