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Salud
La hepatitis A es una enfermedad que afecta el hígado, provocando inflamación y afectando su funcionamiento. Es causada por el virus de la hepatitis A (VHA), transmitido principalmente a través de la ingestión de alimentos o agua contaminada, aunque también puede propagarse por contacto cercano con una persona infectada.
Los síntomas de la hepatitis A pueden variar desde leves hasta graves e incluyen fatiga, ictericia (color amarillo en la piel y los ojos), fiebre, dolor abdominal, náuseas, vómitos, y pérdida de apetito. En algunos casos, la infección puede ser asintomática, especialmente en niños pequeños.
El diagnóstico de la hepatitis A se confirma mediante análisis de sangre, buscando la presencia de anticuerpos IgM e IgG contra el VHA. La presencia de IgM indica una infección reciente, mientras que los anticuerpos IgG señalan inmunidad debido a una infección pasada o vacunación.
La hepatitis A suele ser autolimitada, lo que significa que en la mayoría de los casos, se resuelve por sí sola sin tratamiento específico. Las recomendaciones generales para las personas infectadas incluyen descanso, mantenimiento de una hidratación adecuada, y una dieta equilibrada. Es importante evitar el alcohol y los medicamentos que pueden dañar el hígado durante el periodo de recuperación.
Aunque la hepatitis A no suele causar daño hepático crónico, en casos raros puede provocar hepatitis fulminante, una condición grave que requiere atención médica inmediata debido al riesgo de insuficiencia hepática. La tasa de mortalidad por hepatitis fulminante es baja, pero los pacientes con enfermedades hepáticas preexistentes tienen un riesgo mayor de complicaciones graves.
La vacunación es la forma más efectiva de prevenir la hepatitis A. Existen vacunas seguras y eficaces disponibles, recomendadas especialmente para niños, viajeros a áreas de alta prevalencia, hombres que tienen sexo con hombres, usuarios de drogas, personas con enfermedad hepática crónica, y otros grupos de alto riesgo. La vacuna se administra en dos dosis para lograr una protección duradera.
Las medidas de higiene personal, como lavarse las manos con agua y jabón después de usar el baño y antes de comer o preparar alimentos, son esenciales para prevenir la propagación del VHA. También es importante asegurarse de que el agua y los alimentos consumidos sean seguros, especialmente en áreas donde la hepatitis A es más común.
El pronóstico para las personas con hepatitis A generalmente es muy bueno. La mayoría de los individuos se recupera completamente sin efectos a largo plazo en la salud del hígado. Sin embargo, la prevención a través de la vacunación y prácticas de higiene adecuadas es clave para controlar la propagación de esta enfermedad y proteger la salud hepática.
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