Fernando Rosado Domínguez

Soledades en la España de nietos únicos

La tribuna

9184050 2024-10-24
Soledades en la España de nietos únicos

24 de octubre 2024 - 03:08

Recuerdo con gran cariño mi infancia de pueblo grande, llena de libertad callejera y de muchos niños e incontables primos hermanos, primos segundos y primos lejanos.

Y es que, como yo, hasta 700.000 nuevos españoles llegaron en 1964 en el año de mayor natalidad del país que hasta 1976 mantuvo en 3 la media de hijos por mujer. Así, se llenaron las casas, las calles, las fábricas, las universidades y las fiestas.

Con esta masa de españoles muy humanos y joviales he convivido hasta hoy. A quienes eché de menos cuando viví en el extranjero y comprendí que España es estupenda, sobre todo, por la forma de ser de sus habitantes.

Después, cayó paulatinamente la natalidad hasta llegar al crítico índice de fecundidad de 1,16 hijos por mujer en 2023 que sólo trajo 322.000 bebés. Impactante, por ser menos de la mitad que en 1964 y porque más de la tercera parte de los nacimientos lo son de padres nacidos en el extranjero.

Sin embargo, España crece y se multiplica pues seremos más de 49 millones al terminar este año. Asistimos a una inédita llegada de población extranjera, más de un millón entre 2022 y 2023, totalizando cuando termine 2024 más de 9 millones de residentes nacidos en el exterior. ¡Quién lo iba a imaginar en el año 2000 cuando sólo había millón y medio de extranjeros! No cabe duda, España ya es mestiza y lo será mucho más en poco tiempo.

En este proceso vertiginoso y desmesurado se obvia una triste realidad sobre la que alerta Alejandro Macarrón, director de la Fundación Renacimiento Demográfico. Desde 2012 hasta hoy hay 1,6 millones menos de españoles autóctonos por haber más defunciones de personas nacidas en España que alumbramientos de madres nacidas en España. Sí, difícil de asumir, pero cierto.

El proceso descrito tiene fuertes efectos socioeconómicos y políticos cuyas implicaciones y alcance llevamos tiempo observando. Y, lo más importante, afecta al patrimonio de la vida familiar por lo que trae consecuencias insondables vinculadas a la soledad de los nuevos residentes y de una población autóctona menguante.

Pensábamos que la soledad era cosa de países norte europeos y que nosotros, como país mediterráneo, estábamos a salvo. Pero llegó hace tiempo y se extiende veloz la soledad no deseada que el observatorio Soledad.es se ocupa de estudiar. Ya se han creado las primeras oficinas administrativas para atender estas situaciones y para la gestión de asuntos de personas que mueren solas.

Soledades computadas están las de las personas que viven solas. Son 5,5 millones, casi el 30% de los hogares y sigue subiendo. El grupo más afectado es el de personas mayores de 65 años (72% mujeres) y en los menores de 65 años afecta con más intensidad a los hombres al ser el 60% de los casos.

La población inmigrante sufre la soledad inicial de la primera arribada. Menores, hombres solos, padres y madres sin sus familias a las que reagruparan una vez consiguen la estabilidad y permisos necesarios.

La causa de soledad más inquietante para la comunidad es el fenómeno 4-2-1: dos generaciones tienen un único hijo con el resultado final de cuatro abuelos para un solo nieto. Hoy, uno de cada tres niños que nace vivirá sin hermanos en una tendencia que amenaza con hacerse regla. Este fenómeno afecta mucho más a los españoles autóctonos que a los residentes originarios de América y África pues ellos tienen tasas de natalidad que garantizan hermanos y primos suficientes para la reposición y crecimiento neto familiar.

Los efectos de este fenómeno son evidentes. Para la familia piramidal inversa produce que 6 adultos queden damnificados al tener que conformarse con la alícuota del cariño y de cuidados que sea capaz de proveer el hijo y nieto único. Para la sociedad el impacto es doble pues se pierden las redes familiares de contención y aumenta el desequilibrio del sistema de pensiones al haber bajado la tasa de cobertura a 2 activos por cada pasivo.

Los nietos únicos, herederos con fortuna en lo económico, son los últimos de su linaje al no tener hermanos, ni tíos ni primos. De modo inexorable les llegará la soledad, el desarraigo y, quizás, la falta de incentivos para permanecer en España pues vivir en otro lugar del mundo no supondrá tanta diferencia.

Para los inmigrantes, la natalidad múltiple les garantizará evitar la soledad, su mejor radicación y tener diversificadas las ramas familiares y su red de protección.

Debemos evitar el exilio interior y quizá exterior de la generación que nos continúa enseñándoles la sencilla gran verdad sobre la importancia de la familia y los hijos. Y, de paso, el verdadero significado de carpe diem. Convengamos en que el sentido esencial del ser humano no es otro que la transmisión, la biológica y la de valores, y ésta tiene en la familia la mejor garantía y escuela de la vida. Transmitamos a propios y a extranjeros residentes las esencias de un país que, hasta hoy, es reconocido como uno de los mejores del mundo.

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