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Jaén/Una de las grandes obsesiones de Leonardo da Vinci durante toda su vida fue convertirse en el primer hombre en conseguir volar. Para ello, este genio avanzado en su tiempo, diseñó gran cantidad de artefactos y aparatos de vuelo, pero todavía se encontraba en una época llena de limitaciones, donde no contaba con los materiales ni las técnicas para hacerlo posible y nunca consiguió su sueño.
Las primeras aeronaves que surcaron los cielos fueron “más ligeras que el aire”, llenas de helio o hidrógeno, como el globo aerostático que efectuó su primer viaje en 1783, inventado por los hermanos franceses Montgolfier, para luego dar paso al dirigible, diseñado en Alemania por Ferdinard von Zeppelin en 1900.
Solamente transcurrieron nueve años desde el primer y famoso vuelo motorizado de unos fabricantes de bicicletas estadounidenses conocidos como los hermanos Wright en 1903 (cuyo avión original tuve la suerte de ver en el Museo de Aire y del Espacio en Washington), para que nos visitara, con tan solo 25 años de edad, Pierre Léopold Lacombe (1887-1916), poseedor del récord de altitud de vuelo en la España de la época.
Pierre efectuó un curioso vuelo de exhibición por los cielos de Jaén, entre los días 18 y 19 de octubre, acompañado a sus espaldas de su habitual y simpático muñeco de trapo, que le hacía la función de amuleto de la suerte, creando gran revuelo y expectación entre la población jienense. Se convirtió así en la mayor atracción en nuestra Feria de San Lucas del año 1912, obteniendo el privilegio de ser la primera persona en sobrevolar nuestra ciudad.
Este tipo de espectáculos le salían muy rentables a los primeros pilotos propietarios de estos primitivos aparatos alados, ya que los vuelos de exhibición o premios se contrataban por la cantidad de entre cinco a quince mil pesetas.
El avión de Pierre era un monoplano Deperdussin de 600 kilos, dotado con un motor Gnome Lambda de 7 cilindros y 50 CV, valorado en 48.000 francos y construido por Aéroplanes Deperdussin, un fabricante de aviones francés que lo convirtió en el primer avión en superar la velocidad de los 160 km/h en el aire.
Fueron varias las exhibiciones y carreras donde participó el señor Pierre Lacombe, recorriendo España realizando algunas de sus demostraciones de aquel moderno y arriesgado “deporte”, como la efectuada en el raid Salamanca-Valladolid en septiembre del año 1911, o la contratada por el Ayuntamiento de Toledo para las fiestas del Corpus Christi el 5 de junio de 1912, o también la organizada con varios pilotos más, en el aeródromo de Mountjuic en Barcelona.
Pero el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914) obligó a este galo pionero de la aviación a regresar a su puesto de sargento aviador en el ejército de su país, falleciendo dos años más tarde a causa de sus heridas en la conocida como La Gran Guerra, quedando inmortalizado en Jaén como el primer hombre en surcar los cielos de nuestra ciudad.
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