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El día que tomé posesión de mi primera notaría, un veterano notario me dijo: “cuando autorices actas, ten cuidado, procura constatar la realidad con precisión. Nunca olvides que el móvil del notario es la verdad”. Este consejo lo recibí hace más de cuarenta años de aquel excelente fedatario, quien no pudo conocer los efectos jurídicos de las nuevas tecnologías, en especial, de las conversaciones por wasap.
El reglamento notarial establece que las actas de presencia “acreditan la realidad o verdad del hecho”, según lo que el notario perciba por sus sentidos, “si bien no podrá extenderse a otros aspectos cuya constancia requieran conocimientos periciales” (artículo 199).
Desde hace algún tiempo los políticos van al notario con cierta frecuencia. En campaña electoral, protocolizan sus programas que incumplirán como corresponde, o consignan la promesa de que no se aliarán con un determinado partido, lo que olvidarán de inmediato. El mes pasado, Juan Lobato, el portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid, fue a un notario para protocolizar el texto de sus conversaciones por wasap con Pilar Sánchez Acera, jefa del gabinete del director de gabinete del presidente Sánchez.
La validez del acta notarial de comunicaciones por wasap ha sido muy discutida, tanto por técnicos informáticos como por juristas. Los primeros han resaltado que vulnera la seguridad exigida por la protección de datos, y han demostrado que resulta extremadamente fácil manipular estas “conversaciones” virtuales. Parece que no garantiza la autoría ni la veracidad del texto.
Algunos juristas han criticado estas actas notariales por contravenir el secreto de las comunicaciones y la intimidad personal, derechos fundamentales recogidos en el artículo 18 de la Constitución. Pero en estas peculiares “conversaciones” no hay secreto ni intromisión ilegítima entre receptor y emisor de los mensajes. No cabe presumir que el acta se va a difundir a terceros o extraños. En todo caso, los wasaps llevados a un acta no pueden recoger delitos (violencia de género, coacciones, amenazas…). Entonces, el notario debería denegar su ministerio, y remitir al interesado al juzgado de guardia, o ponerlo en conocimiento del ministerio fiscal.
A pesar de las reticencias apuntadas, la mejor doctrina jurídica admite las actas notariales de comunicaciones por wasap, porque permiten conservar pruebas y obtener la tutela judicial efectiva conforme el artículo 24 de la Constitución. De entrada, el notario ha de cerciorarse de la titularidad del móvil emisor (llamada previa a ese teléfono), y debe reseñar el número y la identidad del remitente según la lista de contactos del requirente (adicionalmente, podría exigir los números de la tarjeta SIM o del IMEI…). Si este tipo de actas no consigue la verdad absoluta (el fedatario no es un perito informático), al menos suministra un principio de certeza formal, que luego podrá confirmar el informe pericial correspondiente.
Con estos antecedentes, hay que ponderar los wasaps de Lobato y Sánchez Acera. La conversación fue a primera hora del 14 de marzo de este año. Dicha señora le mandó un correo con la carta del abogado del novio de Isabel Díaz Ayuso al fiscal para alcanzar un pacto de “conformidad” penal, tras el reconocimiento de dos delitos tributarios. La jefa del gabinete monclovita manifestaba (vía wasap) que el documento era “potente, se puede sacar” en la Asamblea de Madrid. El político madrileño, quiso conocer la procedencia “… si no, parece que me la ha dado la fiscalía”. Sánchez Acera le inquirió sobre la hora de su intervención, y le aseguró que lo sacaría la prensa antes, “te aviso”. Y la eficaz señora, en cuarenta minutos, le remitió el caliente enlace del periódico digital El plural con la noticia. Con esta coartada, el portavoz socialista reveló el contenido de la carta en la Asamblea de Madrid. El 6 de noviembre, tras la imputación del fiscal general del Estado, Lobato, preocupado y muy temeroso, requirió a un notario para que levantara acta de la conversación antes referida. Sabedor de su culpabilidad moral buscaba librarse de la responsabilidad penal. Su móvil lo salvará del banquillo. Le consta que la filtración de la carta procede de la fiscalía a través del entorno de la Moncloa. Días pasados ha declarado ante el Tribunal Supremo, que ha admitido el acta, y se ha quedado con su móvil para comprobar que no ha sufrido ninguna manipulación.
Lobato, sin móvil, ha dimitido de todos sus cargos en el PSOE de Madrid.
Cuidado con las actas notariales: pueden recoger las conversaciones mantenidas por wasap.
La gente siempre tiene un móvil. Como mínimo.
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