Paola García-Costas

Gaza, el nuevo Belén

La tribuna

10085078 2024-12-21
Gaza, el nuevo Belén

21 de diciembre 2024 - 03:09

La Navidad se acerca, y con ella, el recuerdo del nacimiento de Jesús y la terrible matanza de los inocentes ordenada por el rey Herodes, un acto de barbarie retratado en innumerables relatos y adaptaciones cinematográficas. Una de las más impactantes es Rey de reyes (1961), donde la escena de los soldados irrumpiendo en Belén para acabar con los niños captura, con toda su crudeza, la injusticia de un poder dispuesto a exterminar vidas inocentes por miedo a perder su hegemonía. Hoy, esa historia no es solo un relato bíblico ni una poderosa imagen cinematográfica; se está repitiendo en Gaza, donde miles de niños son víctimas de una violencia indiscriminada que recuerda ese oscuro episodio de la humanidad.

En Gaza, cada día parece una nueva matanza de los inocentes. Desde la ofensiva militar israelí, decenas de miles de niños y niñas han perdido la vida en bombardeos que no distinguen entre objetivos militares y civiles. Escuelas, hospitales y refugios son destruidos sin tregua, y los escombros no solo sepultan cuerpos, sino también futuros, sueños y la posibilidad de una vida digna. ¿Qué pasaría si, como en Belén, el Mesías naciera hoy en Gaza? Probablemente sería uno más de los pequeños que no llegarían a cumplir su primer año de vida.

La narrativa detrás de estos hechos sigue patrones similares. En Rey de reyes, Herodes se presenta como un líder consumido por el temor a perder su poder ante la llegada de un niño que representaba una amenaza a su autoridad. En Gaza, el pretexto de la seguridad nacional se utiliza para justificar lo injustificable: una estrategia que, lejos de diferenciar entre combatientes y civiles, apunta a la destrucción sistemática de un pueblo. Pero, al igual que en la película, hay algo profundamente simbólico en el sacrificio de los más pequeños, quienes no representan un peligro, sino un futuro que se intenta borrar antes de que pueda tomar forma.

La Convención sobre los Derechos del Niño proclama que los menores tienen derecho a la vida, a la protección y a crecer en un entorno seguro. Sin embargo, en Gaza, estos principios son sistemáticamente violados. El bloqueo que asfixia a la franja desde hace más de 15 años ha destruido las bases de una vida digna, dejando a los niños sin acceso a alimentos, agua potable, educación ni atención médica. Esta situación de desamparo absoluto se agrava con los bombardeos actuales, que no solo matan a miles, sino que condenan a los sobrevivientes a una vida de traumas imborrables.

Como directora de cine, pienso en la capacidad que tiene el séptimo arte para iluminar las injusticias del mundo y conectar con nuestra humanidad. La escena de la matanza de los inocentes en Rey de reyes es memorable porque nos confronta con lo más oscuro del poder: su capacidad para destruir lo más puro. Y, sin embargo, también es una escena que nos recuerda por qué luchamos por la justicia. Hoy, necesitamos ese mismo poder narrativo para dar voz a los niños de Gaza, para evitar que sus historias queden reducidas a estadísticas y titulares efímeros. Si no, ¿cuán inmensa y, vergonzosa, puede llegar a ser nuestra capacidad para anestesiarnos frente al horror? Ya lo dilucidó en su ensayo Ante el dolor de los demás la brillante (y maestra) Susan Sontag: en un mundo saturado de imágenes de muerte y destrucción, corremos el riesgo de olvidar que detrás de cada cuerpo hay una historia, un nombre, una familia.

La situación en Gaza no es solo una crisis humanitaria; es un genocidio que la comunidad internacional permite con su silencio. Como sociedad global, no podemos aceptar que se masacre a miles de niños bajo el pretexto de una guerra, que la infancia sea el campo de batalla donde se libren luchas de poder. En Rey de reyes, tras la matanza de Herodes, José y María logran huir con Jesús a Egipto, salvándolo de un destino fatal. Pero en Gaza, no hay Egipto al que huir, no hay fronteras abiertas ni refugios seguros. Los niños de Gaza están atrapados, condenados por decisiones políticas y estratégicas que los consideran prescindibles.

Este diciembre, mientras celebramos el nacimiento de un niño que trajo esperanza al mundo, recordemos a los niños de Gaza. Ellos también merecen un futuro, una oportunidad de vivir, aprender y amar. Si no hacemos nada, estaremos traicionando los valores más fundamentales de nuestra humanidad y, en última instancia, el mensaje de aquel niño que nació en Belén hace más de dos mil años. Si el Mesías volviera hoy al mundo y naciera en Gaza, su mensaje sería el mismo: defender a los más vulnerables, proteger la dignidad humana y rechazar la violencia como camino. Pero también nos recordaría que cada vida infantil arrebatada es una herida en el alma colectiva de la humanidad.

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