¿Quién será el próximo?

TRIBUNA

Curro Romero toreando
Curro Romero toreando / M. G.
Antonio Cepedello

08 de octubre 2024 - 08:00

Jaén/¿Quién será el próximo?, se preguntan ya los aficionados taurinos sobre la identidad de la figura del toreo que decidirá montar otra 'tourné' de despedida durante la próxima temporada, tras anunciar a los cuatro vientos que no volverá a pisar un ruedo. 

Lo mismo es un 'repetidor' en esta estrategia, buena tanto en su aspecto financiero como comercial, pero que atenta contra la profesionalidad de estos héroes aclamados por el pueblo. Y lo peor es que vulnera muchos de los valores principales de la Tauromaquia, como son la dignidad, la humildad, el respeto al público o la discreción.

Los toreros serán toreros siempre. Otra cosa es que un día decidan no volver a torear ante cientos o miles de espectadores, por las razones que sean, que son todas son respetables si no encubren un interés no reconocido, porque en ese caso se convierten en un engaño. Esta decisión debe ser tan personal como silenciosa, porque si es provocada por alguien, se convierte en una imposición, y si es anunciada con mucha antelación es un claro montaje.

Curro Romero nos dio a todos otra lección de su dignidad torera en esta situación, como en otras tantas. Sólo la compartió con sus más íntimos. Una buena tarde de corrida, como todas; en una plaza humilde, como la mayoría, y ante un pequeño grupo de sus seguidores, nos sorprendió a todos cortándose la coleta en el coso de carros de La Algaba

Esa es la ética, elegancia y maestría que todos los toreros deberían mostrar, porque no son un producto comercial más para organizarles campañas de promoción publicitaria porque son retirados del mercado, ni tampoco son unos artistas cualesquiera, a los que les organizan giras de reaparición o despedida, sino que representan algo muchísimo más importante para el alma y los sentimientos de cualquier aficionado taurino.

Las figuras del toreo son los principales representantes de un rito legendario, mágico, milenario, sublime y eterno, que existe desde que el hombre es hombre y el toro es toro. Irse despacio y en silencio, sin buscar ningún provecho de su retirada, es su obligación para demostrar que la Tauromaquia está por encima de todo, tanto de sus decisiones ocasionales como de su estado físico y anímico, o de sus intereses económicos personales y los de su entorno, incluidos familiares, apoderados y empresarios.

Que acabe ya el 'show' de las despedidas de los toreros y continúe nuestra sagrada y maravillosa liturgia, por los siglos de los siglos. Amén.  

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