Las dehesas no se inundan

TRIBUNA

El autor defiende el valor de la dehesa, donde se cría el toro bravo, como ecosistema que mantiene y respeta la naturaleza

La Sierra de Andújar es un destino idóneo para ver de cerca a los toros bravos.
Un toro bravo, en una finca de Andújar.

26 de noviembre 2024 - 06:00

Antonio Cepedello

Las dehesas mediterráneas, donde vive en libertad el toro bravo, no se inundan, por mucho que llueva, porque son ecosistemas que mantienen y respetan la Naturaleza. Lo que no ocurre en las grandes urbes o en las explotaciones intensivas agrícolas y ganaderas.

Los mayores daños de la reciente catástrofe ocasionada por las tormentas de 'gota fría' en el Levante de España no han sido ocasionados por el agua, sino por el lodo que han arrastrado estas fuertes corrientes fluviales

Esta circunstancia se produce porque gran parte de nuestro suelo se encuentra ya sin su cubierta protectora de vegetación natural, que es lo que provoca que el agua y el aire arrastren millones y millones de toneladas de arena, lo que no ocurre en nuestras ganaderías de bravo, donde los pastos, además de servir de alimentación del ganado, mantienen el estado del terreno y así evitan que las fuertes lluvias desplacen enormes cantidades de lodo hacia los barrancos, arroyos o ríos, donde por ello se colman sus cuencas y toman muchísima más fuerzas sus cauces, que arrastran todo tipo de materiales que se encuentran a su paso.

Este gran beneficio medioambiental de las dehesas de ganado bravo se une a su labor fundamental para evitar incendios forestales, porque los animales comen lo que puede arder. Es decir, limpian el campo de masa vegetal seca muy inflamable.

Aquí no quedan los aspectos ecológicos de estas fincas, porque también es básico su apoyo a que se cumpla el ciclo natural entre los animales depredadores, los carroñeros y sus presas, como es fundamental también su papel en la conservación de numerosas especies de la fauna y la flora mediterránea que se encuentran en grave peligro de extinción.

Y ya que decir de los hábitos de vida tan respetuosos con el medio ambiente de las personas que viven en las ganaderías de toros bravos, donde casi nada se tira a la basura y todo se reutiliza, tanto alimentos como ropas u otros enseres.

La ignorancia y los prejuicios son siempre los principales enemigos de la verdad y de la ciencia, mientras que el conocimiento es el mejor aliado de la lógica y la razón. 

Señores antitaurinos, una vuelta por nuestras dehesas y un poco de información al respecto no les vendría nada mal, tanto para respetarnos a los taurinos, como para haceros respetar más vosotros mismos. Nosotros jamás os pediremos que vayáis a una corrida de toros, pero sí que, al menos cuando nos ataquéis, sepáis lo que decís.

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