El Pinsapar
Enrique Montiel
Rehenes
Alto y claro
El alcalde de Sevilla ha pactado el presupuesto municipal de 2025 con Vox. Nada que deba sorprender. Es lo que ha hecho su partido en un montón de ayuntamientos grandes y pequeños de toda España y en un buen número de autonomías. Y justo lo que piensa hacer Alberto Núñez Feijóo para alcanzar su sueño de dormir en el Palacio de la Moncloa tan pronto como se le presente la ocasión. Pero en Sevilla la cuestión presenta características que otorgan a la noticia perfiles de acontecimiento. Hace tan solo unos meses José Luis Sanz tuvo que someterse a una incómoda cuestión de confianza en el Pleno para sacar adelante la cuentas de 2024. Cuando ya tenía pergeñado un pacto con Vox, negociado bajo un sospechoso manto de silencio, llegó Juanma Moreno y mandó parar.
¿Qué es lo que ha cambiado en la política local o en la andaluza para que lo que fue imposible hace poco y nada sea ahora el instrumento para que Sevilla dé un salto de gigante? Ninguno de los concernidos ha dicho esta boca es mía. Pero que desde el Palacio de San Telmo se le dé carta de naturaleza en la capital de Andalucía al partido de Abascal, que llevaba todo el mandato dando la matraca con su deseo de entrar e influir en el gobierno municipal, tiene que ver con un contexto político regional y nacional en el que el partido de la derecha montaraz no deja de tener un crecimiento sostenido. O, dicho de otra forma, que Juanma Moreno piensa ya en 2026 y que les ve las orejas a los lobos de Abascal.
Como suele ocurrir en este tipo de pactos quien sale ganando es el que vende su apoyo. Vox marca a partir de ahora la política municipal en cuestiones que tienen que ver poco con el progreso de Sevilla o con la ciudad del futuro, por usar las etiquetas más habituales de la propaganda, y mucho con las cuestiones identitarias, que son las que de verdad le importan. Según se contaba ayer en este periódico, se trata de asuntos que el PP no hubiera aceptado nunca por propia voluntad: reducir a la nada la partida económica para la cooperación al desarrollo, eliminar la de memoria histórica, suprimir subvenciones para colectivos LGTBI, sindicatos u organizaciones que trabajan con inmigrantes sin papeles y otras de estilo similar. Parte de ese dinero va a algunos colectivos de inspiración religiosa que trabajan con marginados o a la creación de una oficina de vivienda y antiokupación.
Sevilla se apunta, a partir de ahora, aunque sea en cuestiones que se pueden considerar secundarias, al programa de la derecha extrema que está ganando terreno en Europa. Si es grave o deja de serlo es algo que se juzgará en función de la ideología de cada uno y si ha sido un error o un acierto de José Luis Sanz no se podrá comprobar hasta las próximas elecciones municipales. De lo que no cabe duda es de que Vox ha puesto su sello en Sevilla –es algo que estaba deseando desde hace mucho tiempo– y que los posibles consensos entre los dos grandes partidos se han roto quizás para siempre. ¿Así avanza la ciudad?
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