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Ildefonso Ruiz
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Trump ha ganado. Una mala noticia para los estadounidenses, los europeos y el mundo. La victoria de Trump indica la crisis de los valores que han hecho grande a Estados Unidos y que afecta por igual a los republicanos, entregados a este peligroso payaso condenado por la justicia y con causas pendientes, y a los demócratas, incapaces de lograr mayorías tras los fallidos mandatos de Obama y Biden. No debe olvidarse que, si los demócratas pueden presumir de Wilson (pese a su segregacionismo), Roosevelt, Kennedy o Carter, los republicanos tuvieron a Lincoln y su lucha contra la esclavitud, Harrison y su decisiva Ley Sherman contra los monopolios, Teddy Roosevelt y su progresista (y ecológico) Square Deal, Eisenhower, comandante supremo de los aliados en la lucha contra los nazis en el frente Occidental, o Ford, responsable del fin de la guerra de Vietnam y la Conferencia de Helsinki sobre la Seguridad y Cooperación en Europa. Ambos partidos han llevado a la Casa Blanca grandes, mediocres o malos presidentes. De lo que no hay precedentes es de que un tipo como Trump la ocupe dos veces, de la degradación del partido republicano y de la impotencia del demócrata al enfrentarse a tan nefasto personaje.
Sánchez no ha perdido la ocasión para arrimar el ascua Trump a su sardina. “El Gobierno de España, tocado por la victoria de Trump, confía en que sirva para reactivar a la izquierda frente a la ola ultraderechista” titulaba ayer El País. Es cierto que la ultraderecha europea, desde Abascal a Orban, Salvini, Ciotti y Le Pen está feliz. Pero el Gobierno de España no debería ignorar que la derecha centrista es un freno tan eficaz como la izquierda socialdemócrata frente a la ultraderecha. Y dejar de insistir en su identificación estratégica entre el PP y Vox. En lo que, cierto es, cuenta con la inestimable ayuda de Feijoo en su torpe y ambigua relación con Vox. No se ha enterado de que el PSOE se puede permitir cogobernar con Sumar gracias al apoyo de Bildu, Junts y ERC sin ser tachado de extrema izquierda populista e independentista, mientras que al PP le perjudica no marcar distancias con Vox. Recuérdese el batacazo que le costó su contradictoria relación con Vox entre su victoria de mayo de 2023 en las autonómicas y su batacazo en las generales de junio que perdió, ganándolas, al no poder formar gobierno. Con una oposición así, Sánchez lo tiene fácil.
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