Miguel Ángel Loma

Un trato al público manifiestamente mejorable

25 de octubre 2024 - 03:09

Los efectos de tantas normas que se dictaron a raíz del Covid para nuestro supuesto bien, han significado un cambio importante en bastantes áreas, y demasiadas veces para peor. Es el caso del ámbito relativo al trato personal con los administrados por parte de las Administraciones Públicas, donde se han impuesto las citas previas y otros modos y técnicas cuyo objetivo pareciera ser dificultar el encuentro con el ciudadano que reclama un servicio público; reclamación que en demasiados casos se ha convertido en un acto cercano a la heroicidad.

Partiendo de que el trato directo con el público requiere grandes dosis de paciencia, la capacidad profesional y experiencia para distinguir entre casos y casos, formas y formas, actitudes y actitudes, debería constituir un requisito indispensable para quienes se ocupan en dichos menesteres. Y muy especialmente en la Administración Sanitaria y en los centros de salud, donde la persona que acude suele ser un enfermo que requiere una atención más humana. Pero suele ser precisamente en estos lugares donde nos podemos encontrar al otro lado del mostrador a auténticos tiranuelos que, bajo la apariencia de probos funcionarios que se esmeran en el cumplimiento de sus funciones, ejercen su parcela de autoridad arbitrariamente y dificultando el ejercicio de los derechos más elementales de los pacientes, con tal de abortar la gestión de cualquier trámite. Y para más sorna, estos atropellos suelen ejecutarlos junto a un gran cartel donde se recuerdan los solemnes derechos y deberes de los pacientes. (Aunque es justo reconocer, que existe una excepción en que estos mismos dictadorcillos realizan su labor con singular rapidez y diligencia: cuando tienen enfrente a pacientes o familiares cuyo aspecto externo denota la pertenencia a una etnia de prohibida mención, pero ante cuya sola presencia les abren de par en par todas las puertas).

Por último, y para aumentar un poco más las trabas físicas, es habitual encontrar en estos lugares de atención al público unas mamparas de plástico transparente que no sólo dificultan la entrega de un simple papel, sino cualquier necesaria comunicación verbal, propiciando situaciones tan entrañables como la siguiente... –“¡A ver, ¿qué le pasa? /–Que necesito que me vea el médico de urgencias/ –¡Hable más alto! ¿Para qué quiere que le vean?/ –Porque tengo un ataque de hemorroides./ –¿Quééé...? Hábleme más alto que no le oigo con la mampara! / –¡¡¡Que me duele mucho el culo porque tengo almorranaaas!!!”. Y así, de esta manera tan discreta en el cumplimiento de todo eso tan bonito de la protección de datos y la confidencialidad del paciente, y sólo cuando se ha enterado de sus gloriosas intimidades el último de una interminable fila, comenzarán a ponerle todo tipo de pegas...

Total, que si parecía que los socialistas habían dejado muy alto el listón de la desastrosa gestión de la Administración Sanitaria, siempre cabe la posibilidad de que vengan otros capaces de superarles.

PD: Si usted es funcionario que desarrolla su trabajo atendiendo al público, pero no se ha visto retratado en lo antes descrito, no solo le felicito, sino que le animo para que continúe así y que esos otros compañeros se contagien de su buen hacer.

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