Viva Franco (Battiato)
Javier González-Cotta
Sevilla de puerta en puerta
La ciudad y los días
Se dijo en el pregón único que “el pueblo solo necesitó el breve espacio de los cinco versos que componen una saeta para definirla: No es preciso que te alaben / bella perla de San Gil / porque todo el mundo sabe / que de frente y de perfil / más buena moza no cabe”. No solo de frente y de perfil, añado.
Quienes conocen y sirven bien a la Esperanza saben dos cosas: que todo se debe ordenar a Ella y que Ella lo es todo. Nunca daremos suficientes gracias al prioste de la Esperanza por dárnosla toda este año, fundiendo en uno solo su besamanos anual con aquel dolorosa y gloriosamente excepcional –en la Macarena dolor y gloria siempre van unidos– de la pandemia en el que, no pudiendo besarla, la centraron en la Basílica para que pudiésemos abrazarla con los ojos rodeándola, viéndola de frente, de perfil y de espaldas. Y perdón por lo último. Porque gracias a quien tan bien la conocía esta Virgen nunca da la espalda. Cuando este año la rodeamos todo es Juan Manuel y por eso todo es Macarena: solo vemos el manto de malla –alegre devoción popular de su barrio bordada– rematado por la corona. Supo el bordador convertir su ajuar en espejos que multiplican la luz de su cara. ¿Cómo definir esta no espalda de la Esperanza? No hay palabras. Todo es Ella y Ella lo es todo.
Cuando en la Madrugada y la mañana del Viernes Santo pasa la Macarena –bendita sea la memoria de Gámez Laserna– dejándonos, podemos seguir viendo su cara reflejada en los espejos del manto y la corona. En el besamanos es más duro, porque no pasa la Macarena, dejándonos, sino que somos nosotros quienes pasamos ante ella, dejándola como Mío Cid dejó a Jimena: “Mucho que lloraban todos, nunca visteis más llorar; como la uña de la carne así apartándose van”.
No, no encuentro palabras para describir lo que siempre, pero más este año, sentimos cuando pasamos ante la Macarena. Por eso se las pido a San Juan de Ávila: “¿Quién es esta que nace como el alba que amanece, hermosa como la luna, escogida como el sol?... Ella mesma da voces con la lumbre que trae, y dice: Ya es tiempo de caminar, ¡levantad los dormidos!. Este es el don que nos alcanza esta bendita Niña, que es medianera entre la oscuridad de la noche y la lumbre del sol”. Con la lumbre que trae… ¡Qué bien define a la Esperanza la palabra lumbre! ¡Y qué bien lo intuyó Juan Sierra cuando la llamó “brisa que quema y no arde”! Hoy es 18 de diciembre.
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