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Ildefonso Ruiz
¿A qué esperas, Alberto?
Vericuetos
En 1859 tuvo lugar la batalla de Solferino y un joven masón suizo llamado Henry Dunant fue testigo de excepción de sus terribles consecuencias, con un campo de batalla en el que cerca de cuarenta mil personas agonizaron durante horas sin recibir ningún tipo de atención médica. Fue entonces cuando aquel treintañero organizó a la población civil para socorrerles bajo el lema Tutti Fratelli. Dunant reflejó su vivencia en un libro y cuatro años después de aquella masacre fundó el Comité Internacional de la Cruz Roja para, al año siguiente, formar parte activa en la Primera Convención de Ginebra, que firmaron varios países europeos, entre ellos España. Ya en 1901 Dunant recibió el Premio Nobel de la Paz, muriendo cuatro años antes del comienzo de la Gran Guerra.
Tres siglos diferentes (XIX, XX y XXI) salvando millones de vidas y haciendo del voluntariado una forma de entender el mundo; estando presente en todas las guerras y catástrofes; abanderando los movimientos solidarios y todas las entidades del Tercer Sector, a menudo pagando con la muerte el precio de mantener viva la llama de la esperanza y la justicia… Este artículo puede parecer edulcorado o incluso un panfleto, pero tras haber dedicado la mayor parte de mi carrera a ayudar a personas vulnerables, me indignan y avergüenzan a partes iguales las calumnias proferidas contra una organización que tanto bien ha hecho a lo largo de su historia.
Gentuza politizada, fanáticos de la mentira, profesionales de la difamación, populistas de bandera, nostálgicos de la raza, negacionistas, milenaristas televisivos y malnacidos en general… Todos ellos se aprovechan en la actualidad de la libertad de expresión para sesgar el pensamiento de un rebaño que cada vez parece más aborregado a pesar de ser la generación mejor formada de la historia. Mientras unos hablan gratis sacando beneficio (muchas veces económico) de sus ofensas sin pruebas, la mayoría utiliza su librepensamiento para caer en las trampas de estos personajes en lugar de analizar el verdadero motivo de sus palabras, que no es otro que la manipulación de la opinión pública para culpabilizar al contrario político y enturbiar el clima social para pescar en río revuelto. En el fondo la sociedad actual es como aquel campo de batalla en Solferino, donde los ideales más solemnes yacen heridos de muerte por las bayonetas de la propaganda sin que nadie se atreva siquiera a tenderles la mano. ¿En qué nos hemos convertido sino en víctimas de nuestra orgullosa estupidez? Menos mal que, a pesar de toda esta bazofia y mediocridad, se siguen salvando vidas; porque, con cada existencia rescatada, se pone a salvo lo que nos queda de humanidad. Ojalá acaben las guerras y las crisis humanitarias; ojalá no se pierda la solidaridad; y ojalá ustedes no necesiten nunca el soporte de estas organizaciones. Todo ello junto sería una buena señal… Piénsenlo.
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