Rosa de los Vientos
Juana González
La solución está en el interior
Rosa de los Vientos
No hay que ser experto en riadas para tener la certeza de que una respuesta rápida es vital. Ante el descomunal caudal del agua y la indefensión de la población por la falta de una alerta efectiva, las víctimas eran inevitables. Pero no tantas.
Fernando del Pino Calvo-Sotelo, en la última entrada de su blog, “Nos mienten”, hace alusión al Plan Estatal de Emergencias para demostrar lo que, a estas alturas, todo el mundo tiene claro: “Sánchez pudo haber activado desde el minuto uno el Plan Estatal General de Emergencias de Protección Civil (PLEGEM) que define el protocolo de actuación ante emergencias de interés nacional, definidas por la ley 17/2015 bajo tres supuestos: cuando exista un estado de alarma, excepción y sitio; cuando las emergencias afecten a varias comunidades autónomas; o cuando, ‘por sus dimensiones efectivas o previsibles, [las emergencias] requieran una dirección de carácter nacional’ (art. 28) aunque afecten sólo a una comunidad autónoma”.
Este último supuesto de la normativa es el aplicable a la mayor catástrofe natural de nuestra historia reciente. E, incluso, el segundo, ya que hay víctimas no sólo en la comunidad valenciana, sino también en Castilla-La Mancha (Letur, Albacete). Así que, sí, cualquiera diría que nos mienten.
Echando la vista atrás, la hemeroteca recuerda cómo la riada de 1957 en Valencia sirvió para proteger la capital con actuaciones hidráulicas de calado, como el desvío del cauce del Turia. Entonces, se creó un ministerio específico para gestionar los estragos materiales y personales que causó aquella tragedia. Un mando único y ejecutivo se encargó de los problemas y legisló para facilitar cuanto antes la vuelta a la normalidad. Cuando no aprendemos de nuestra historia, la condena ya se sabe cuál es.
En “Jaén Hoy”, los reportajes de Jesús Mudarra nos han traído a la memoria aquel verano de 1996 en Los Puentes y la suerte que tuvimos los jiennenses ese 15 de agosto. No es comparable la magnitud del desastre, pero sí el factor urbanístico, el hecho de que la situación de las viviendas cercanas al cauce del río fue determinante. Como ha sucedido ahora en los pueblos de Valencia afectados, no ya por la lluvia, sino por el tsunami de barro y lodo que barrió los municipios del mapa, arrastrando todo a su paso.
Comparto con el paisano caricaturista Juan Carlos Contreras, el mensaje de su genial viñeta animada sobre la DANA, que no es momento de andar echando balones fuera. “La culpa es del otro”, decía un hombre con un megáfono desde una barca, mientras una pareja lo miraba desde el tejado de su casa anegada por el agua.
Los políticos han defraudado como nunca hasta ahora lo habían hecho, por difícil que parezca. La masiva manifestación de este sábado en Valencia, pidiendo la dimisión en pleno del Gobierno valenciano, lo decía todo.
Desde la más absoluta indefensión, los valencianos se preguntan en manos de quién están. Y cualquier respuesta asusta. Porque, a quien corresponda, no han sido capaces ni de llevar de forma fiable el recuento de víctimas y desaparecidos, dando lugar a bulos indecentes y despreciables. Como son todos los bulos, pero, en este caso, aún más, porque multiplican el dolor de los que están sufriendo.
Dicen que el pueblo salva al pueblo. Es el tiempo de las personas. Desde luego, pero hay que levantar la mirada hacia el Congreso del PSOE, que se celebra este último fin de semana de noviembre, sobre el que, seguro, planeará la nefasta gestión del Gobierno en este desastre monumental. ¿La gota que colma el vaso? Sólo hay que esperar para saber hasta dónde será capaz de arrasar la fuerza del agua entre los socialistas. Y cómo resisten ese envite los 37 delegados jiennenses, con Paco Reyes a la cabeza, para salvar la provincia del tsunami político a nivel nacional (casos Ábalos, Gómez, financiación catalana…)
La política también puede salvar a las personas.
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