
EN LINEA
José Manuel Serrano
Moreno y su talón de Aquiles
La lluvia en Sevilla
En 1978, el arquitecto cineasta Juan Sebastián Bollaín presentaba su falso reportaje Sevilla en tres niveles, una divertida utopía en la que nuestra ciudad, en un lejano futuro (datado en 1995) era puntera en avances sociales. La corporación municipal había legalizado algo que, en la práctica, llevaba años consolidado: una Sevilla en tres niveles, a saber, Nivel 1, las azoteas, habitadas por los marginados, los improductivos, los conflictivos que se rehabilitaban al sol e inauguraban un tiempo lento; Nivel 0, a pie de calle, de tempo rápido, poblado de gente con prisa que zampa congelados y que, cuando necesita descansar, visita las azoteas, y Nivel –1, la Sevilla subterránea y eterna, en la que el tiempo se ha parado, y desde la que sus ilustres y estáticos vecinos dan continuas lecciones de historia.
En 2025 bien podríamos presentar la verosímil crónica de otra Sevilla en tres niveles, una triste distopía en la que nuestra ciudad, en un presente demasiado presente, va de culo en lo social, de manera que, si le hiciéramos caso a la idea de Vox de sacar de Sevilla a las personas sin techo (¿“Barrio de la solidaridad”, he escuchado llamar a semejante propuesta de gueto? Si es que hay que quererlos…), tendríamos en efecto una auténtica Sevilla en tres niveles o, mejor dicho, en tres anillos concéntricos, a saber: Anillo Externo, a la intemperie en plena campiña, donde se soltaría a las personas sin techo para que no molesten con su desagradable marginalidad. Anillo Medio, en extramuros, polígonos y periferias, donde vive y trabaja la inmensa mayoría de los empadronados en la ciudad. Y, por fin, el gran Anillo Interno, circunscrito a nuestro casco histórico. Dicho anillo estará advocado y ofrecido a esos habitantes efímeros llamados turistas, a quienes se les importa poco los problemas estructurales de la ciudad. Los desterrados hijos de Eva del Anillo Externo han de adaptarse a las costumbres de quienes habitan la Tierra Media, y estos a su vez se adaptarán a los usos y husos de los del Anillo Interno; si hay que servir paellas para cenar a las siete y media de la tarde en pleno agosto en Santa Cruz, se sirven y punto. Intramuros mutará sus espacios y precios al gusto y alcance exclusivo de los nuevos colonos. Otrosí, en días señalaítos, los habitantes del Anillo Medio peregrinarán al centro y el arrabal anejo para participar en rituales (ferias, procesiones…), lo que hará las delicias de los nuevos habitantes del Anillo Interno. También regresarán a los barrios céntricos para señalar con el dedo todo lo que ya no existe –“Ahí había un cine, por las ventanas de aquel apartamento luxury charlaban mis vecinas…”– y a lamentarse flojito, como si acaso una maldición divina les hubiera despojado de lo propio, y no la indolencia y la intención económica y política. Le sisamos –resignificado– a Machado el eslogan: “Sevilla sin sevillanos, ¡oh, marvelous!”.
También te puede interesar
EN LINEA
José Manuel Serrano
Moreno y su talón de Aquiles
NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Tómense en serio la Justicia
Postdata
Rafael Padilla
Ya no existe
Las dos orillas
José Joaquín León
Rearme moral
Lo último