Sevilla en punto

La ciudad y los días

Las once de la noche del Jueves Santo el reloj de la ciudad marca Sevilla en punto. Hay tantas Sevillas como sevillanos, a condición de que no la vivan con indiferencia. Hay tantas Semanas Santas como sevillanos, a condición de que no la vivan superficialmente. Pero hay un momento en el que todas las Sevillas y todas las Semanas Santas se funden en una cuando unas puertas se abren ante cinco nazarenos de ruan y otras ante la Centuria Romana Macarena.

Estamos en la plaza de San Lorenzo. Desde Cardenal Spínola se oye primero un lejano retumbar de tambores, como si fuera el latido del corazón de Sevilla, después el eco alegre de las cornetas tocando marchas de paso ligero. Hay un rumor de “ya están aquí”, “ya vienen”, porque dos horas y media antes de que salga el Señor muchos estamos allí, esperándolos. Es entonces cuando el reloj de la torre de San Lorenzo no marca las once, marca Sevilla en punto. Irrumpen los armaos a paso ligero y la plaza restalla de plumas blancas camino de la Basílica del Gran Poder mientras en la de la Esperanza se abre el mar de capas blancas para que los cinco nazarenos de ruan se arrodillen ante el Señor de la Sentencia y la Virgen de la Esperanza a la vez que en San Lorenzo el redoble de la Centuria se hace solemne, los armaos cambian el paso y la Centuria rinde corazones y ofrenda lágrimas al Señor de Gran Poder.

La Macarena en el Gran Poder. El Gran Poder en la Macarena. El corazón lo dice: Sevilla en punto. Ya puede nacer la Madrugada. Se van los armaos a paso ligero buscando la Resolana por aquella Alameda a la que iban a recoger a Joselito El Gallo para tocar la Marcha Real cuando salía de su casa vestido de nazareno. Regresan de prisa los elegidos de la venia. Todo tiene otro peso. Llegarán las doce y saldrán unas bocinas y una cruz de guía de plata precedida por el sonido más joven y más puro de cornetas mientras al fondo se alza, colosal, el palio perfecto, vencido el fuego de la candelería por el resplandor de una cara. Llegará la una, se oirá descorrerse un cerrojo, se aparecerá toda la pasión resumida en una Cruz de Guía, fluirá, rápido, el más largo río de fuego de la Semana Santa mientras el Señor aguarda, impaciente. Sevilla en punto. Ha nacido la Madrugada. Nadie lo puede negar, sea cual sea su personal devoción y cofradía. Y quien lo niegue, no se ha enterado de que hay una hora en la que el corazón de la ciudad marca Sevilla en punto.

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