Javier González- Cotta

Semana Santa, Vox y el profesor Urías

Viva Franco (Battiato)

En Semana Santa los varilargueros de turno tampoco nos dejan en paz. No descansan ni la oscura diestra más a la diestra ni la siniestra más patéticamente siniestra. Ocurre que en estos días de autos, allí donde las ofrendas florales a las cofradías, casi siempre destaca el ramo de flores de Vox y su lazada con la bandera de España. No se lee “Grupo Municipal Vox” (si acaso sería lo suyo), sino Vox, a secas, para que resalte la marca a hierro de los cruzados del No Cristo.

Ni que decir tiene que cada cual, a título individual o colectivo, puede enviar las flores que desee a la estimada cofradía de turno (sea una funeraria, sea el Sevilla Fútbol Club, tanto monta hoy por hoy). Faltaría más. Pero el ramo de Vox parece como querer marcar territorio, haciendo ver que están ahí, vigilantes, como guardia pretoriana de una Semana Santa de Sevilla libre de toda impureza y desvío de no se sabe qué canon. No me cabe la menor duda de que los sanedritas de Vox volverían a crucificar a Jesús llegada la Parusía.

Pero hay más por la contraparte. Uno llega a creer que entre quienes se profesan inquina y mutuo repelús, en el fondo, lo que desean es copular con muy locos deseos reprimidos. Por eso los extremos se tocan y hasta se excitan con tanto roce. Digo esto porque, de año en año, el profesor de Derecho Constitucional de la US Joaquín Urías nos suelta en la competencia amiga su cátedra sobre lo que es y lo que no es la Semana Santa sevillana, la cual desmenuza en clave ideológica, como si las cofradías obedecieran a banderías enfrentadas.

Según el pregonero de la florida siniestra, la Semana Santa de Sevilla hay que verla con gafas bifocales. De un lado está el tenebrismo opresivo de la curia católica, las altivas cofradías de silencio y negro ruán, más las clases altas y rancias que, como siempre, son las que mandan en Sevilla por dominantes y emperifolladas (jajaja). Del otro lado, claro está, se halla la Sevilla popular del puño en alto, la más genuina, con su sentimiento de lucha y sus cofradías auténticas, libres de nazarenos de negro ruán (esos que, según el esclarecido profesor, son los que tienden al rigor, el aburrimiento y la disciplina castradora). Llega a decir don Joaquín de Urías que los nazarenos del Calvario se toman la estación de penitencia como si fuera una misa en latín. Y, claro, uno ha de agradecerle al muy docto hijo de la Sevilla oprimida que por fin nos haga ver a los hermanos del Calvario que lo nuestro son misas y latinazgos. Este Viernes Santo, de madrugada, haremos un esfuerzo extra con esto del amor al prójimo. Señor, danos paciencia.

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