Juana González
¿Wolframio en mi pueblo?
La Barqueta
Pedro Sánchez huele ya a cadáver político y el hedor es insoportable debido a la canícula de julio. No se irá, aunque hace unos días parece que quiso dimitir para ser coherente, pero no le dejaron los que saben que si él cae irán detrás y hasta pueden acabar en la trena. Manda narices que un presidente acorralado por la presunta corrupción de su mujer y su hermano, el músico que no canta ni baila ni toca la guitarra, se presentara el pasado miércoles en el Congreso a hablar de regeneración democrática para amenazarnos con controlar él mismo los bulos informativos que afectan a los suyos. Él, que ha colonizado las instituciones del Estado, que ha engañado hasta a los pájaros y que no puede ni salir a la calle porque lo muelen los ciudadanos libres.
“La democracia se tiene que defender”, dijo ayer. De tipos como él, que no quiere oposición ni de izquierdas ni de derechas, comprando a una y demonizando a la otra. Han machacado a Carvajal porque le dio la mano pero no le comió la boca. Se podría haber negado a ir a la Moncloa o no darle la mano al presidente, como hizo otro futbolista del Madrid, que se negó a ir a ver al dictador en los sesenta para llevarle una de las copas de Europa, la sexta. ¿Qué querían, que le diera un abrazo? ¿También van a mandar en los afectos de los ciudadanos? Un día invitaron a la Niña de los Peines a agasajar a Franco en una fiesta del Marqués de Contadero en Sevilla y cuando el Caudillo se acercó a ella y vio que empezaba a levantarse con mala cara, le dijo el dictador poniéndole una mano en la cabeza: “Usted no se tiene que levantar, Pastora”.
O eres partidario de Sánchez o prepárate porque te pueden sacar un abuelo falangista o mandarte a un inspector de Hacienda a la hora de la siesta, que es cuando más jode. Es tremendo que periódicos afines al sanchismo se hayan puesto a investigar al gran futbolista para ver cómo joderle la vida y todo porque saludó al presidente sin afecto, con cara de haberse tragado una cucaracha. Mal corte de baraja el de Sánchez ayer en el Congreso, donde Feijóo le volvió a dar un repaso dejándolo por embustero debido a sus meteduras de pata con lo del libro de Fariña o no saber que el líder del PP fue elegido por la militancia en un congreso celebrado en Sevilla. Sánchez está mal, sabe que va a salir de manera fea de la política, del Gobierno, y no es capaz de acabar con su agonía dignamente.
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