
Ropa Vieja
Martín Lorenzo Paredes Aparicio
En el tajo
¡Oh, Fabio!
Escuchar a Mariano Rajoy es como leer a Julio Camba, un festín de palabras en el que la inteligencia y la sana desgana burguesa son los platos principales. Todo espolvoreado por un sentido del humor surrealista que se ejerce casi sin querer, como el que no puede evitar un aire de familia. Tiene don Mariano algo de personaje de La Codorniz y escucharlo siempre es una experiencia balsámica que provoca la sonrisa y, a veces, un encendido olé. Ayer volvió a demostrar que ha sido uno de los mejores parlamentarios que ha dado la corta historia de la democracia española, un gigante en medio de un catálogo de enanos que en otros tiempos, sin la carga de mediocridad de los presentes, no hubiesen pasado de ujieres en la Cuesta de San Jerónimo.
Compareció Rajoy ante la comisión de investigación del Parlamento por la presunta trama de una “policía patriótica” (todas deberían serlo) que habría espiado a líderes independentistas, uno de los peajes pagados por Pedro Sánchez para mantener una presidencia que, hasta el momento, apenas ha servido para que el Estado aumente su historial de claudicaciones frente a aquellos que quieren volar la democracia española. Por el aplausómetro de las redes, el momento estelar de don Mariano fue frente a Ione Belarra, la petit Pasionaria: “¿Usted se cree que somos tontos?”, espetó la diputada al gallego; a lo que Rajoy, con una finura digna del mejor Wodehouse, contestó: “No voy a responderle, no se trata de generar aquí mal ambiente”. Difícil es reponerse de una estocada como esa. Y como saludo a su afición, el venerable registrador dejó un autorretrato canovista que despertaban las ganas de irse a comerse un buen lacón con grelos con ribeiro en taza blanca: “Soy una persona de derechas de provincias”.
Pero el momento en que Rajoy demostró con mayor claridad su habilidad como parlamentario fue ante el portavoz socialista. Y lo hizo recurriendo a la famosa llave dialéctica de acusar al acusador: “Ustedes han montado esta comisión por siete votos y se dejan humillar por un señor que está fugado de la Justicia española”. Ese es el resumen del circo que vimos ayer. Ni la Inteligencia Artificial Generativa lo hubiese dicho tan bien.
Rajoy fue un discreto presidente y un excelente parlamentario. Por mucho que diga, no supo lidiar ni con el procés ni con la corrupción en su partido. Pero si es culpable de algún delito solo lo puede decidir un juez. No, desde luego, Pisarello, Rufián o una comisión manejada, como muy bien apuntó don Mariano, por el prófugo elevado por Pedro Sánchez a gran protector de la frontera española.
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