SALA DE ESPERA
Jesús Vicioso
Broncano y el matonismo de Pablo Motos
La Barqueta
No sé si es que tiene que ser así o que es un buen negocio para las empresas de comunicación, pero no creo que sea bueno para la política ni para el país que los políticos estén tan presentes en los medios. Estoy hasta el gorro de ellos, sobre todo de estos de ahora, en general, cuyo nivel es tan corriente. Curiosamente, los que más salen en la tele o naqueran por la radio son los que peor hablan. Por ejemplo, la vicepresidenta María Jesús Montero, que de diez veces que sale, en siete se la ve de palmera con el presidente. Esta mujer hubiera hecho carrera en Los Gallos, el tablao de Santa Cruz. Qué ganas de perderla de vista. Aunque si un día dejara o la echaran del cargo me temo que la ficharía Risto Mejide, como hizo con Ábalos, Margallo, Susana Díaz, Celia Villalobos o Cristina Cifuentes. Las puertas giratorias, ya saben. A seguir trincado, como si no hubieran trincado ya bastante cada uno en su partido y en sus cargos. No entiendo por qué la política y los políticos tienen que estar tan presentes en la vida de los ciudadanos, siempre en la tele, sobre todo. No creo que sea bueno para la salud. He dejado de almorzar o cenar viendo la televisión porque todo es empezar y colarse en tu casa uno de esos políticos que en muchos casos tuvieron que dejar la política por chorizos. La mejor manera de blanquearlos es recolocarlos en los programas de debate político o de humor, como el de Risto, aunque yo no le vea la maldita gracia. ¿Qué tiene de humor verle la cara cada tarde al señor Ábalos, por ejemplo? ¿De verdad da tanta audiencia el simpático Revilla, que duerme en la tele? Con Franco, cuando había un problema que podía cabrear al pueblo soltaban a El Lute o televisaban una corrida de El Cordobés. Con Sánchez, aparece Broncano hablando de masturbaciones y saldos bancarios de famosos y al día siguiente sueltan a Revilla, que ya no regala ni anchoas del Cantábrico, en el ruedo de Motos. No hay que extrañarse si según un reciente informe los españoles estamos hasta el forro de la política y los políticos, de sus privilegios y corruptelas, de que se metan en nuestras casas sin pedir permiso para agriarnos el puchero o cortarnos la leche. Veo la cara de Zapatero y confieso que me dan ganas de huir al bosque. Que este señor, oigan bien, está blanqueando a un tirano que ha hecho que ocho millones de venezolanos no hayan podido votar porque tuvieron que escapar del fantoche. Hasta los cataplines, sí. Déjennos en paz.
También te puede interesar
SALA DE ESPERA
Jesús Vicioso
Broncano y el matonismo de Pablo Motos
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
‘Informe caritas’
La ciudad y los días
Carlos Colón
¿Guerra en Europa?
La Barqueta
Manuel Bohórquez
¿Llega el povedismo?
Lo último