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Los dulces de las monjas de los conventos de clausura vuelven al Alcázar un año más. Se cumple la edición número 40. Fue inaugurada ayer para que la venta se realice del 3 al 6 de diciembre. Así no coincidirá con la procesión del II Congreso Internacional de Hermandades y Cofradías, aunque sí con las sesiones, que se celebrarán a partir de hoy en la Catedral. La venta de los dulces de las monjas en el Alcázar es uno de los alicientes para los sevillanos y los turistas que vienen todos los años en el puente de la Inmaculada. Para las monjas representa una importante aportación económica. Sin embargo, los gastos en los conventos son cada vez mayores, y esas ventas no les dan para vivir todo el año.
El lunes se firmó un acuerdo de colaboración por el arzobispo, José Ángel Saiz, con el alcalde, José Luis Sanz, y el presidente de la Cámara de Comercio, Francisco Herrero, para la colaboración público-privada en la conservación del patrimonio y difusión de los conventos, que ayude a mantener sus fines religiosos y sea compatible con usos culturales. Detrás de la suntuosidad de los monasterios de clausura hay demasiadas penurias. Ya no estamos en los siglos en los que fueron construidos, cuando muchas damas ricas, con sus dotes económicas, ingresaban en los cenobios. Ahora ingresan pocas damas, ni ricas ni pobres, y algunos monasterios sobreviven gracias a la inmigración de religiosas procedentes de América, África y Asia. Tenemos unos conventos multiétnicos, y se nota hasta en los dulces, que incluyen algún toque exótico, aunque predominan los tradicionales.
En la venta de dulces de este año en el Alcázar participan siete conventos de Sevilla (San Leandro, Santa Paula, Santa Inés, Santa María de Jesús, Madre de Dios, Santa Ana y San Clemente) y 13 de la provincia (tres de Osuna, dos de Morón, dos de Marchena y uno de Alcalá de Guadaíra, Carmona, Bormujos, Constantina, Estepa y Utrera). Vemos que las clausuras de la provincia ganan a las de la capital. Las clarisas acuden con siete conventos, y las jerónimas y las carmelitas con tres.
En los conventos se ora y se labora. Dentro de los actos del Congreso de Piedad Popular, la semana pasada celebraron Vigilias de Oración en los conventos de clausura. En Santa Paula asistimos a una bellísima procesión eucarística por el claustro interior, con la custodia que las monjas jerónimas utilizan en Corpus. Pese a las dificultades, en los conventos de clausura se mantiene una Sevilla oculta que, más allá de los tópicos, forma parte de la Sevilla eterna, o simplemente de la mejor Sevilla.
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