La pasión, según Ábalos

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Las señoritas de Avignon, obra de Pablo Picasso.
Las señoritas de Avignon, obra de Pablo Picasso.

13 de abril 2025 - 11:24

Magos y tahúres tienen la sensibilidad trabajada de notar la marca en las cartas. Deslizan con presteza sus dedos por los naipes y adivinan, para asombro del personal, la figura que tenemos en las manos o el siguiente paso del truco.

El político que puso voz en el Congreso de los Diputados al discurso socialista contra la corrupción en el Partido Popular es hoy el epítome de la podredumbre corrupta y chusca del sistema y de la falta de garantías de partidos, empresas públicas y el propio Estado para atajar en tiempo y forma los desmanes de la tropa.

Ábalos jugaba con varias barajas, todas marcadas con información privilegiada y con un "guardaespaldas” para todo que ascendió milagrosamente en el partido y en la Administración Pública, a pesar de tener más entradas en su certificado de penales que en su currículum. Otro diamante en bruto del que sólo percibimos lo segundo.

Antes, en otros tiempos, Koldo era todo “un ejemplo” para el socialismo, según, por aquel entonces, descubridor de talentos Sánchez que, venido, literalmente, arriba dijo del cortador de troncos: “Es el último aizkolari socialista”. Ojalá, pensarán los socialistas de la profecía del actual presidente.

Los caminos del Señor son inescrutables y así Ábalos y Koldo unieron sus azarosas vidas por esos caprichos del destino que tiende a unir a los elegidos. En un ecosistema propicio, juntaron su talento para dar lo mejor para sí.

Hoy florecen primaverales, ante la opinión pública, como si fueran un anuncio de ropa, las “sobrinas” de Ábalos. Ellas son los cabos sueltos de otra historia zafia con empresas públicas gestionadas como gateras. Tan talentoso grupo fue capaz de llevar el concepto “teletrabajo” a su mínima expresión, sólo tele.

“Las señoritas” bien pudieran ser la secuela picassiana de las de Avignon, cambian las calles turbias, la decoración y el estilo chusco del valenciano frente al postcubismo malagueño, cuestión de sensibilidad y pincel.

Los estudiosos del ramo podrán decir que se mejora en la escenificación: pasamos del “volquete de putas”, de la trama Gürtel del PP, a una furgoneta llena de señoritas con parada y fonda en el Parador Nacional de Teruel. A priori, hay más sutileza en la segunda propuesta, aunque luego te dejan el hotel como Led Zeppelin tras una buena farra.

Las cortinas de humo, las sesudas investigaciones a posteriori y “ad hoc” tienen el mismo recorrido que la comparecencia de la ex del cortador de troncos en el Senado, otro “Sálvame” político para distracción y bochorno de la concurrencia.

Sorprende la prudencia y la mesura de Ábalos estos días, su capacidad de contención. Ábalos contenido, perdón por el oxímoron político, a la altura de su silencio atronador... Habrá quien piense que a algunos de los móviles de la trama llegó un mensaje conciliador del tono: “José Luis, aguanta, sé fuerte”. Otros, por el contrario, atisban en el personaje, pinceladas de Judas y que será una cuestión de monedas la que le haga cantar más y mejor. Lo peor, es que los dos escenarios son plausibles. Son tantos los servicios prestados por el vicepresidente.

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