Quousque tandem
Luis Chacón
La tradición del discurso
Acongojados estamos con la situación de precariedad que tienen nuestros parlamentarios. Esta no la vimos venir: no llegan a fin de mes. Famélicos de espíritu andan. Ahora se entiende ese gesto sieso, ese estar malencarados todo el santo día. Póngase en su pellejo, ese mal carácter tiene que ver con la carencia de una dieta rica en omega tres. Seguro que cocinan con girasol o con mantequilla en el peor de los casos. No puedes estar alegre a base de paletilla y aguacate del Perú. Así no hay quien viva.
A la espera de que Canal Sur organice una gala benéfica y que le cuenten a Juan y Medio las fatiguitas que pasan podemos crear una fila cero, un “change.org” o una colecta. Son fechas señaladas y estas familias no podrán irse ni de vacaciones. Ya se sabe que cuando uno no llega a fin de mes, los excesos no se contemplan: mortadela sin aceitunas como a los bomberos del Infoca.
Lleven una cuñica de pan y si se encuentran con alguno de ellos por la calle, tras una rueda de prensa o caluroso acto de agenda, se la riegan de aceite oliva virgen extra, picual, que con ese retrogusto les durará más el sabor de boca. Son gestos, al fin y al cabo, pero algo habrá que hacer. Si los ven en la playa, porque hayan bajado, los pobres, algún día suelto, compartan con ellos un par de latas, la rumbosa pipirrana del tupper y denles un paquetillo de tabaco, aunque no fumen.
Hay quien critica al bueno de Jesús Aguirre, presidente del parlamento andaluz a tiempo completo y sindicalista político ocasional, por verbalizar la situación que atraviesan. Debemos agradecerle, por el contrario, su fortaleza y valentía de hacer públicas las estrecheces con las que viven nuestros representantes públicos. De otra forma no nos hubiéramos enterado y lo arreglarían de cualquier manera y firmarían, con desgana, su subida de dietas, kilometrajes y el pecado de la carne, sólo cuando toque, en régimen tan espartano como el suyo.
Estábamos avisados, en la última bronca entre populares y socialistas, por la que hubo que suspender el pleno cinco minutos, el propio presidente del parlamento justificaba tanta tensión con una frase premonitoria: "Debe ser por la hipoglucemia de las tres de la tarde". Estas criaturas sueñan con comida. Nuestros parlamentarios son los nuevos carpantas, sin posguerra mediante.
Pero si esta situación es la que viven nuestros máximos representantes, no queremos ni pensar esos cargos intermedios, asesores, técnicos o esos carguillos que se rifan en el Parlamento. Cómo lo estarán pasando. ¡Válgame el señor!
Quizá para las próximas Navidades, de no solucionarse antes sus estrecheces económicas, nos veamos en la tesitura de, como en la película Plácido, del maestro Berlanga, tener que sentar a uno de nuestros parlamentarios andaluces a nuestra mesa. Nos encontraremos entonces en el mercado y comentaremos: “¿A usted qué le ha tocado, parlamentario andaluz o congresista de la calle?
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