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Ya está aquí la Oficina de maternidad, una de las condiciones –junto a cositas como retirar subvenciones a colectivos de apoyo a inmigrantes y arrimarlas a asociaciones antiabortistas, o poner serenos, espero que de paso cadencioso, manojo de llaves y triste pregón de las horas en las noches caliginosas– que Vox ha puesto a José Luis Sanz para aprobar los presupuestos y así –ha dicho la portavoz de la derechísima, Cristina Peláez– “rescatar Sevilla y llevarla al futuro”, nada menos. Leo que se trata de un espacio de asesoramiento integral a embarazadas en situación de vulnerabilidad. Qué bien. Dicho así, lo apoyo a tope.
Tratándose de asesoramiento integral, supongo que la embarazada que acuda será informada objetivamente de todas las opciones a su alcance para decidir sobre su proceso de gestación, conforme a la legalidad vigente. Entiendo que se le animará a discernir libremente y se le apoyará sin presión alguna en la decisión que tome. Al centrarse en mujeres en situación de vulnerabilidad, probablemente ayuden a inmigrantes en situación irregular, que acudirán confiadísimas a contar su situación a esta entidad promovida por un partido que pretende suprimir toda ayuda y beneficio social a inmigrantes ilegales. Empero, me surgen algunas dudas. Si se trata de embarazadas sin hogar, ¿cuándo las ayudarán, antes o después de sacarlas del casco urbano de la ciudad, que es el modelo que aquí propone Vox para los sin techo? Otra duda que tengo es si podrán ayudarlas en caso de sufrir violencia machista ya que –como bien se encargan de recordarnos– eso no existe y, si no existe ¿cómo las van a ayudar? ¿Y si la embarazada está casada con otra mujer que ha puesto el óvulo fecundado que la primera está gestando en su vientre? ¿A qué madre ayudan, a la gestante o a la biológica? Ojalá que a ambas, pues eso de que “madre no hay más que una” es pasado. Y aquí vamos a tope a llevar a Sevilla hacia el futuro.
Por dar ideas –y gratis– propongo que la oficina actúe inspirada por las palabras del dogma: antes del parto, durante el parto y después del parto. Antes, con programas formativos sobre salud sexual y profilaxis, para que dar ciudadanos a la patria sea una decisión consciente, no una obligación ni un accidente. Y después, si el novio es un cuñao que pasa de repartirse las tareas domésticas y de crianza porque esas son cosas de mujeres. Seguro que esta propuesta, surgida de un partido con una diputada (a la que le deseo feliz climaterio y próspero año nuevo) que se indigna cuando se lleva al Congreso una proposición no de ley para la atención médica a las mujeres con menopausia, va a ponerse en marcha con la sensibilidad, rigor, criterio y el respeto que merece cualquier mujer que se ha quedado embarazada. Fijo, vamos. Qué duda cabe.
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