Nostalgia de la nieve

Las dos orillas

15 de enero 2025 - 03:08

Todos los años, cuando llegan los fríos de enero, aparecen los coloquiales comentarios sobre la nostalgia de la nieve en Sevilla. La última nevada propiamente dicha ocurrió el 2 de febrero de 1954. Hay que tener más de 70 años cumplidos y muy buena memoria para recordar aquello. Por consiguiente, se habla de oídas a los padres y abuelos, o de haber visto las fotos de Serrano. En Sevilla existe una mitología del frío. Se atribuyen frases a algunos famosos, diciendo que en ningún lugar del mundo han pasado tanto frío como en Sevilla. Es una exageración. Eso lo dicen algunos que no ha ido nunca a Groenlandia. Ni siquiera a Nueva York en enero. O a Sierra Nevada, que está más cerca. En Borreguiles a siete grados bajo cero hace más frío que en Sevilla.

Y lo que más me llama la atención de estas conversaciones sobre el frío es que en Sevilla sólo se llega a los cero grados en dos o tres días al año como máximo. Esta semana parece que se puede cumplir la cuota. Algunos años ni siquiera bajan los termómetros a los cero grados. Naturalmente, le podemos echar las culpas al calentamiento global y a Donald Trump, o incluso a Elon Musk. Pero se sabe que en todo el siglo XX se pueden contar con los dedos de la mano los días que nevó.

En Madrid tampoco nieva ya apenas. La última gran nevada en Madrid fue la de Filomena en 2021. Por lo común, les gusta que nieve a personas que viven en ciudades donde nunca nieva, como Sevilla. En las ciudades donde nieva de verdad no les gusta tanto, porque les cierran los aeropuertos, las carreteras se ponen imposibles, y la gente se queda refugiada en casa sin prácticamente nada que hacer hasta que la nieve desaparezca. En este país, las grandes nevadas son escasas, y casi siempre se considera que la culpa es de alguien del PP. Cuando era ministro de Interior Juan Ignacio Zoido, le echaron las culpas a él y a Gregorio Serrano, por entonces director general de Tráfico, de una gran nevada en Burgos que dejó atrapados a cientos de conductores en la autovía del norte A-1. Pero cuando nieva con Grande-Marlaska como ministro de Interior, la culpa no es de él, sino del calentamiento global. En la nevada de Filomena, el caos de movilidad en Madrid creo que fue culpa de Isabel Díaz Ayuso.

Sevilla bajo la nieve resultaría exótica, pero no bonita. Es más propio de Sevilla verla en primavera con el azahar florido. Sevilla no es como Estocolmo. Según parece, el 24 de marzo de 1905 nevó, coincidiendo con la Semana Santa. Con nieve no tendríamos Semana Santa, también hay que valorarlo. Así que no sé para qué quieren algunos la nieve en Sevilla, si no saben esquiar. Cada ciudad tiene lo que se merece.

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