La moción de censura en Jaén o el principio de inestabilidad

Juan Manuel Camacho, Agustín González, Manuel Carlos Vallejo y Erik Domínguez.
Juan Manuel Camacho, Agustín González, Manuel Carlos Vallejo y Erik Domínguez. / EP

11 de agosto 2024 - 11:25

La teoría termodinámica del pacto de gobierno en Jaén fluctúa por factores variopintos, internos y exógenos, como debe ser. A cada cambio de la fórmula, se pone en cuestión la estabilidad y con ella planea en la probeta política la moción de censura fruto de una correlación de fuerzas entre socialistas y populares que pende del hilo de Jaén Merece Más. El principio de inestabilidad tomó forma, sobre todo, por la crisis de fe de JM+ al escuchar los cantos de sirena del PSOE con una oferta, a priori, irrechazable para la quita de la deuda del Ayuntamiento. Aquellos idus de marzo no acabaron con el magnicidio del Julio César de turno, entiéndase el alcalde Agustín González, pero sí dejaron el terreno abonado a la conjetura y, no menos importante, brindaron la enésima foto para certificar la quebradiza buena salud del pacto de gobierno. Dientes, dientes para calmar más a las bases que a una opinión pública ajena a estas cuitas, con un desdén olímpico. 

De aquel notorio desencuentro salió de la chistera un conejo con forma de “proyect manager”, un anglicismo, entendieron que resultón. Una suerte de Santísima Trinidad de la inversión pública, muy difícil de explicar y más de concretar. No una persona física, sino una entelequia de fe (Padre, Hijo y Espíritu Santo) para facilitar la llegada de inversiones a tutiplén. El “proyect manager” como concepto. Zarrías acuñó en aquellos días donde el sol no se ponía en el imperio socialista lo de que Jaén sería la Toscana española. La metáfora política como zanahoria entre tantos palos.  

Atrás quedaron también los jirones de piel del presidente de la formación provincial, Juan Manuel Camacho. De un lado, quienes lo tacharon de Judas por escuchar cómo el PSOE convertiría el agua en vino inversor y eliminaría la deuda pública en un suspiro divino, las Bodas de Caná, pero en Twitter. Y, en segundo lugar, los que no perdonan que no aceptara el menú socialista y desbancara a un PP en busca de autor.  

A cada dimisión de concejal se conjetura con una estampida para dejar caer el pacto, pero, aunque con enmiendas y borrones ahí sigue. Tras la dimisión del concejal de Hacienda, se le acumula el trabajo al alcalde que pierde una posición estratégica que aliviaba, en parte, los dolores de cabeza de cuadrar unas cuentas imposibles. Lo primero, y casi más importante, pagar las nóminas.  

El último concejal caído en acto de servicio Manuel Carlos Vallejo, de Jaén Merece Más, sí supone un cambio sustancial en este equilibrio inestable si damos por buena su sintonía con el PP. Otra dimisión por motivos personales. Los primeros espadas se caen del cartel y no hay fichajes estelares para la pretemporada. Es lo que tiene estar en el pozo de la segunda división política. A este club, el Ayuntamiento de Jaén, sólo lo salva una refundación. Mientras tanto, Julio Millán sigue calentando el banquillo, no le queda otra.

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