Los misterios de la cruz

Las dos orillas

Se suele calificar el Miércoles Santo sevillano como el día del Crucificado. Hoy salen nueve cofradías. Sólo en dos no está presente la cruz en uno de sus pasos. El Carmen escenifica, con el Señor de la Paz, el momento de las negaciones de Pedro en el canto del gallo, que vemos en el paso. Y en Los Panaderos se representa el Prendimiento de Jesús, en una soberbia composición iconográfica rematada por el olivo. En las otras siete cofradías está presente la cruz en el Calvario. En las Siete Palabras, al tener tres pasos, también sale el nazareno de la Divina Misericordia con la cruz a cuestas. En el Baratillo, la cruz está detrás de la Virgen de la Piedad, que sostiene en su regazo al Cristo de la Misericordia.

El Crucificado aparece hoy solo y muerto en el paso del Cristo de la Salud, que llega desde San Bernardo, y en el Cristo de Burgos, que enlaza las devociones de esa ciudad castellana con las de Sevilla. Y Cristo está también solo, aunque vivo, en Nervión con el Crucificado de la Sed. En algún momento fue sopesada la posibilidad de que se completara con figuras secundarias, pero su hermandad prefirió dejarlo solo, lo que sin duda le aporta más dramatismo a una sed que no puede ser saciada.

Cristo aparece vivo, pero formando parte de un misterio, en el segundo paso de las Siete Palabras, que en otros tiempos fue el primero y único de esta cofradía de San Vicente. Misterio de evocación añeja, donde las Siete Palabras en la cruz no se oyen, pero se sienten. Y en el que el tiempo se detuvo y ahí quedó.

Y hoy salen dos misterios en los que Cristo está crucificado y muerto. En el Buen Fin, el año pasado estrenaron las figuras secundarios de Darío Fernández, que han dado una nueva composición a este paso, donde sigue destacando el Cristo del Buen Fin, al que ya califiqué como uno de los grandes crucificados de Sevilla. Quizás no suficientemente valorado por su calidad artística. Solo, o acompañado, es excepcional.

Y de San Martín sale el paso de la Sagrada Lanzada, que es uno de los grandes misterios por excelencia de Sevilla, presidido por un Crucificado que fue una de las mejores obras de Antonio Illanes. El misterio de la Lanzada, con Longinos a caballo, y con un Calvario completo, va en un paso que nos muestra la fusión absoluta de lo gótico con lo barroco, en una simbiosis que le ha creado su propio estilo. Un paso de misterio que también nos parece de otros tiempos, o quizás sea de siempre.

La presencia de la cruz convierte al Miércoles Santo en un Viernes Santo anticipado. Cristo va a morir, y ya le queda poco. Pero en las lágrimas de las Vírgenes que hoy veremos no sólo hay dolor. También está latiendo la esperanza de la salvación.

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