Julio Millán, ahora, viejo lobo de mar 

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Julio Millán, en una imagen de archivo.
Julio Millán, en una imagen de archivo.

22 de diciembre 2024 - 16:58

A la almodovariana escena de la moción de censura no le faltó ni un ataque de nervios, carreras y hasta un funcionario casi a la fuga. Conviene recordar que el día de autos era viernes y cualquiera puede tener su agenda ya cerrada, sea esta con un desayuno que se alargue, una cita con el barbero, un aperitivo mañanero, o el “brunch” que dirían los viajados y con tiempo...  

Entiéndase que una moción de censura viene mejor un lunes, un día que ya empieza “per se” cuesta arriba. La intrahistoria, esas escenas costumbristas, esa letra pequeña, es el síntoma del caos del Ayuntamiento de Jaén, esa mítica “Casa de los líos” que esbozara el periodista Fernando Arévalo y que, con el discurrir del tiempo, sigue en la UVI administrativa, con una caja de caudales propia de Carpanta.  

Surrealista fue el papeleo de la moción, así lo define el político del momento: Julio Millán. El hombre que ha puesto la pica en el Flandes pepero y desde cuya atalaya pretende el PSOE reconquistar Andalucía o, al menos, si se frena un poco la euforia, pertrecharse como oposición fetén.  

Con mirada azul de Gary Cooper y, al principio, tan solo ante el peligro como aquel, prefirió seguir al mando de una nave sin aparente rumbo. No se pertrechó en la cálida trinchera de la Diputación (donde reparan, fijan y dan esplendor a regidores electoralmente caídos) y buscó las corrientes propicias de estas aguas bravas para llegar a puerto... “¿Pero a cuál capitán?” Se cuestionaba la tropa.  

Millán, tras ganar y perder al tiempo las elecciones, dejó escrito que para singladura tan dispar con Jaén Merece Más (JMM) requería un pacto y les ofreció el último año de Gobierno, para asegurarse una navegación más tranquila y ahorrarse un golpe de timón que lo dejará varado, como hoy está Agustín González. Pero los cantos de sirena fueron más nítidos desde la otra orilla, y JMM formó equipo, es un decir, con la menguante tropa pepera. Lo demás es histeria, perdón, historia municipal.  

Entre libros de inglés y francés, el postulante Millán, tuvo tiempo para la táctica militar y negociar al fondo del barracón con el necesario sigilo. 

Como un remedo del capitán Ahab, Millán aseguró que divisaba su particular Moby Dick y, lo que es más excepcional, así se lo hizo creer al núcleo duro de su equipo de gobierno en la sombra. Ese que hoy está presto a gobernar esta maltrecha ciudad a partir del 2 de enero. Avisados están que la nave puede hacer aguas a las primeras de cambio y, como patrón avezado, ofrece el puesto de primer oficial a María Espejo de JMM. Para completar la transformación en lobo de mar solo le falta un tatuaje... 

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