México, la casa sin barrer

La guerra entre las facciones de “los mayos” y “los chapitos” del Cártel de Sinaloa en Culiacán –una ciudad de 800.000 habitantes– ha provocado desde el 9 de septiembre 60 muertos, 70 secuestros, incendios y tiroteos que han desatado el pánico entre la población, el cierre de comercios, la suspensión de clases y el desabastecimiento de municipios porque las distribuidoras de alimentos y medicamentos han suspendido sus rutas obligando a que las autoridades se encarguen del abastecimiento. El ayuntamiento de Culiacán ha cancelado los festejos del 493 aniversario de su fundación (por los españoles Lázaro de Cebreros y Nuño Beltrán de Guzmán en el siglo XVI, por cierto), destinando su presupuesto a ayudas a los comerciantes y la población. La Confederación Patronal de la República Mexicana ha asegurado que las pérdidas económicas generadas por la violencia en la capital sinaloense se estiman en 800 millones de pesos.

Nada nuevo. Durante los ahora muy criticados mandatos de Felipe Calderón y Peña Nieto, que pasaron a la acción directa militarizada contra los cárteles, se produjeron unos 197.000 asesinatos y 37.000 desapariciones.

En su carta al Rey, López Obrador, además de acusar a España entre otros “desmanes” de construir “templos católicos sobre las antiguas pirámides” (en las que celebraban las simpáticas ceremonias aztecas y mayas decapitando, destripando o tirando atados por las escaleras a miles de hombres, mujeres y niños: a veces no es la mejor idea respetar en su totalidad las culturas autóctonas), se pide que el Estado español admita “su responsabilidad histórica y ofrezca las disculpas o resarcimientos políticos” por los “innumerables crímenes y atropellos” cometidos durante la “conquista”. Al no haber respuesta, ni petición de perdón, ni resarcimientos, se ha vetado la presencia del jefe del Estado en la toma de posesión de Sheinbaum. El Gobierno ha respondido con la retirada de la representación española. Solo acudirá lo mejor de la casa: Bildu, Podemos y Sumar, la otra cabeza de este Gobierno bifronte que cada vez que puede le pega un bocado a la socialista.

Me es ajena la retórica de la Madre Patria, los pueblos hermanos y las “ínclitas razas ubérrimas”. Pero, sin ennegrecer al México de hoy para blanquear la España de ayer, parece que tienen “crímenes y atropellos” más urgentes de los que ocuparse que los cometidos hace quinientos años.