Una luz en San Vicente

Paisaje urbano

29 de enero 2025 - 03:08

Como en el relato de Truman Capote, Una luz en la Ventana, en nuestra Parroquia de San Vicente siempre hay una luz encendida, faro de esperanza para tantos desesperanzados que acuden allí para encontrar lo que nuestro cómodo mundo tan global les negó: Ayer la solicitud de un nuevo pasaporte, hoy un billete de tren para volver a casa o mañana el acompañamiento para una cita médica que ya no admite más dilación.

Pero a diferencia del cuento, nuestra mujer “de suave pelo canoso y rostro redondo y agradable” no es ninguna vieja solitaria rodeada de gatos que atiende, de vez en cuando, a los viajeros perdidos que van a parar a su ventana encendida, sino una joven octogenaria con una fuerza y una vitalidad que ya quisiéramos los muchos que la seguimos en el proyecto Levántate y Anda, programa pionero de la Cáritas de San Vicente para las personas sin hogar de la que ella, Guadalupe Salas, Lupe, es bastión y guía, soporte y reclamo, todo al mismo tiempo.

Lupe empezó su labor de trabajadora social tratando a aquellos emigrantes españoles de los sesenta que tuvieron que dejar todo lo que tenían aquí para labrarse un futuro fuera, y con el tiempo pasó a trabajar con tantos otros que, en paralelo al crecimiento económico y del bienestar de nuestro país, se sienten atraídos precisamente por lo que a nosotros nos sobra. Alumna del Santo Angel y tan cercana en su misión a las Hijas de la Caridad, ha volcado toda su experiencia profesional y su visión profética de la sociedad, tan pegada al Evangelio, en esta última etapa de su vida como voluntaria sin horario, que lo mismo sale de ruta un sábado lluvioso para encontrarse con sus hermanos de esa cofradía invisible de la manta y el cartón, que se queda hasta las tantas arreglando el último problema de quien no tiene ni medios ni fuerza para solventarlo. Como dijo alguien de ella, “Lupe lleva dentro al mismo Espíritu Santo”.

La semana pasada, en una eucaristía oficiada por el señor Arzobispo en nuestra parroquia, le fue entregada la medalla Pro Ecclesia et Pontífice que concede la Iglesia universal a aquellos laicos que han destacado por sus obras en favor de la lglesia y de la sociedad, que recogió con la misma elegancia y humildad que la caracteriza. Sabemos que ella no le dará excesiva resonancia al reconocimiento, pero nosotros sí. El que merece, en los tiempos que corren, tener siempre encendida para los demás la cálida luz de tu ventana.

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