López Gándara

Del Gran Eje a La Alameda

De la Úbeda de Cazabán. La de Juan Pasquau y Sabina. La del gran Carnicerito, Compán y Muñoz Molina. Coetáneo de una generación a medio camino entre Zahara y David Uclés.

De esa Úbeda palaciega, siempre bella ante los ojos y que invita la nostalgia cuando la tarde va cayendo y la comarca se muestra en su esencia, en un olivar infinito, desde los miradores.

Por el empedrado de sus calles restan los minutos que quedan para que la Semana Santa ubetense se haga presente, envuelta un año más en las melodías de la música de pasión que llevan la firma de un hijo de su tierra. De esa Úbeda que cada cierto tiempo le da por parir un talento que brille con luz propia en cualquiera de las artes. Y hoy por hoy, el ubetense Cristóbal López Gándara resuena y seguirá resonando a la vuelta de una esquina tras de una cruz de guía que está por llegar.

Cristóbal López Gándara es el Maestro Cebrián de nuestro tiempo. Su techo como compositor es infinito. De su autoría son numerosas obras que conforman el repertorio que las bandas interpretarán a partir del próximo Domingo de Ramos. Y no sólo en Jaén, sino por toda Andalucía.

Tanto es así que días atrás en el Aula Magna de la Universidad de Jaén tres formaciones le rindieron tributo y pusieron en evidencia el legado de su música cofrade. Que no lo es sólo por su cantidad, sino por la calidad musical de sus composiciones. Y es ahí donde radica lo que este ubetense está logrando.

Sólo hay que oír una de sus últimas composiciones “Flagellatio” interpretado por la Pasión de Linares para entender que estamos ante una música que conmueve.

Los pentagramas de su autoría tienen un sello personal. Su capacidad es gigantesca, y si en la calle mientras ante nuestros ojos procesiona una hermandad bajo sus sones y nos emocionamos, en el Coso de San Nicasio a día de hoy merece la pena sentarse en su tendido mientras él dirige en las tardes de la feria de San Miguel.

No es exageración afirmar que puede llegar a mejorar una faena cuando arranca la música si está él. A los hechos hay que remitirse. En el otoño pasado Roca Rey andaba pegándose un arrimón ante los pitones de un toro de Juan Pedro Domecq mientras resonaba en San Nicasio el pasodoble “Más de Úbeda que un ochío”. El título, a priori de taurino tiene poco o nada, pero lo mismo ocurre con “El Gato Montés” y ahí quedó para la posteridad.

Pues con la música de López Gándara pasará igual. Hoy es el presente del que disfrutamos en la calle, en los escenarios, en los tendidos o simplemente a través de unos auriculares poniéndole su música a la sinfonía de nuestras vidas. Pero lo mejor es todo lo mucho y bueno quede López Gándara está por sonar.

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