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Rodrigo Cuevas es único en “alumbrar las sombras y pintarrajear los pliegues”, y además de dar un espectáculo sin igual en cada uno de sus conciertos, siempre toca, siempre llega hasta lo más hondo. A veces en lo sentimental, a veces en lo social y en lo político; siempre en lo cultural. Se define como agitador folclórico porque milita, desde la honradez, en la agitación social y cultural a través del folclore, de las raíces populares. Y lo hace bien, mejor que nadie. Por ello, es catedrático en la provocación y acude habitualmente a la risa para destripar las aristas chamuscadas de sinrazones que, aunque vayan vestidas de seda, monas se quedan.
En la reciente escalada de su gira en Jaén, Cuevas, como acostumbra, ha dedicado un tema a algún asunto local. Como al resto de visitantes, le ha llamado la atención lo del tranvía capitalino, y allá que se ha lanzado a versionar, junto con sus inseparables compañeros de escenario, una canción popular asturiana, ‘El trole del tranvía’.
Entre otras estrofas, cantaron:
“El tranvía de Jaén, que económico tranvía, que después de trece años no gastó nada la vía. La trola, trola, trola del tranvía, me tienes aburrida, Soledad.
Esto fue lo que dijo el que denunció para que pararan el tranvía: ‘El tranvía de Jaén, un tranvía muy ‘esperao’, pues os vais a conformar con lo que tengo aquí ‘colgao’.
El tranvía de Jaén ha sido un buen invento, aunque no sirva de transporte os sirve de aparcamiento.
(…) Está dando un gran servicio el magnífico tranvía, que puedo aparcar de noche y puedo aparcar de día”.
El público se entregó al ‘hit’ y coreó el pegadizo estribillo. En Instagram, la cuenta de la librería Metrópolis comentó la canción: “Tengo que decir que con la letrilla elegida sobre el ‘no tranvía’ de Jaén (tan acertada, por cierto) tuve sentimientos muy encontrados. Y no por el artista, por supuesto, sino por la chufla en la que se ha convertido todo este tema y de la que somos corresponsables (…)”.
Horas después, el artista respondió a la publicación: “El humor y la carnavalada es lo único que nos salva de todas las fechorías y bajezas que tenemos que soportar en esta vida. Nos genera resistencia a la frustración y nos permite reivindicar sin ponernos una losa añadida encima que es la de encima de aguantar ineptos tener que estar amargados por su culpa. Existirán ladrones que nos roben, torpes que nos envidien, malos gestores que nos arruinen, pero la alegría de vivir siempre nos va a hacer estar por encima de ellos, porque ellos no saben practicarla. Y eso se lo debemos echar siempre en cara. Que se j*dan”.
La lección de Rodrigo Cuevas sobre el tranvía de Jaén es magistral, y sirve para desempolvar un tema que ejemplifica una sinrazón digna de estudio. Tendría que haber un cartel bien grande en la entrada de la ciudad que se actualice cada veinticuatro horas con los días de inactividad del tranvía para que, al menos, la gente (la de dentro y la de fuera) sea consciente de que el tiempo pasa mientras los problemas siguen. Y que pasar las hojas del calendario no se traduce, necesariamente, en que una ciudad avance.
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