Cambio de sentido
Carmen Camacho
Una buena rave
EN LINEA
En el salón de plenos del Ayuntamiento de Jaén aún retumba un “no” kantiano, de imperativo categórico, de la concejal Carmen Rueda. Ese eco rotundo y doliente nos sacó de la psicodélica retransmisión del sistema de grabación municipal, lo dicho, digna de Lazarov. Un visionado que requería de una biodramina ‘ad hoc’, de hecho, la película ‘El proyecto de la bruja de Blair’ tenía transiciones más sosegadas.
Sin embargo, todo transcurrió con una normalidad democrática finlandesa, quizá, ilusoriamente, el navajeo y los exabruptos de barra quedaron acotados a las redes sociales. Sería una digna función social que las redes sirvieran a la postre para tan terapéutica función. Estercolero en la nube.
El alcalde efímero, Agustín González, fue fiel a su cita, a sus aforismos para explicar y explicarse. En esta modernidad líquida, un alcalde del PP encaja una letra de Sabina en su discurso, al tiempo que la progresía política y sindical peregrina a Waterloo a ponerle un cirio a Puigdemont, un santo varón de derechas y racista sin complejos.
En esta ‘rara avis’ de moción de censura, el PP andaluz no libró batalla ni antes, cuando tuvo presupuestos que acotar, ni después, en la escenificación de la derrota. Se ha instalado en la bancada popular un estado pusilánime sobre el “Asunto Jaén” y, así las cosas, un sosegado Fernández de Moya sería hoy un radical, un tramontano, un líder llamando a las barricadas. Se extiende la sensación de que al PP andaluz le estorbaba Jaén, vaya usted a saber la razón, pero sorprende su desidia programada.
En este campo de minas, avisado de las reglas propias que tiene este Ayuntamiento maldito, Julio Millán estuvo dispuesto a participar, otra vez, en estos particulares juegos del hambre. Conoce las pruebas que tiene que sortear, cuenta con un aliado de tronío, un equipo con algunos expertos y, sobre todo, aprendió de la necesidad de conjugar egos políticos.
Hubo que esperar para la foto definitiva que explica en parte esta moción. Ante el tumulto de abrazos y besos victoriosos, había un hueco para la nueva reina plenipotenciaria. La que, ciñéndonos a la definición, tiene la misión ‘diplomática’ y pleno poder y facultad para tratar y acordar la paz. Nadie sabía dónde estaba, pero es una figura clave para dar cierta tranquilidad al reinado de Julio Millán, María Espejo.
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