Ítaca

24 de agosto 2024 - 08:00

Este verano me han tocado vacaciones ministeriales. Es decir: Turismo, Cultura y Deporte. He pisado playa solo en tres ocasiones y mis pies han ardido sobre el suelo de la meseta en busca de galerías de arte y monumentos climatizados donde resguardarme de la canícula. La diferencia de estas vacaciones con las típicas de descanso es la constante necesidad de cambiar de horizonte con cada sol. Nada de sentarme como rutina; nada de mirar a la nada día sí y día también; nada de dejar que el cuerpo decaiga, que luego el invierno se alarga y aletarga...

Para mí el verano es un momento lleno de actividad, un verdadero viaje a Ítaca donde no debe haber tiempo para el hastío. Pero como todo viaje, y perdonen la cursilada, el verano debe llevarnos a nosotros mismos. Comernos un helado de nuestro sabor favorito, montar en bici, jugar en familia a un juego de mesa, descubrir nuevos lugares, ordenar nuestro cuarto, recuperar viejas aficiones y, por qué no, volver a enamorarnos y sufrir de nuevo la distancia y su nostalgia. El verano debe llevarnos a la infancia; si no lo hace es mala señal.

¿Qué han hecho ustedes? ¿Se sienten satisfechos con sus días de respiro? No olviden que pronto, quizá ya haya sucedido, regresarán a su particular oficina de patentes donde su creatividad, libertad y alegría serán sometidas sin remisión. Solo quienes no conocen Ítaca son felices (o eso creen) en horario laboral y lo prefieren al ocio. Por mi parte, siempre he dicho que mi verdadero trabajo es aquello que hago en mi tiempo libre; por desgracia, no solo de vocación vive el hombre...

En resumidas cuentas, sirva este breve e intrascendente artículo para hacerles reflexionar acerca de sus vacaciones, de cómo llenan ustedes sus jornadas estivales, de su modo de afrontar el retorno a la realidad septembrina y, sobre todo, hacerles pensar sobre si ustedes son en la actualidad quienes esperaban ser en su infancia. Porque cada cual es su propia Ítaca, más allá de sirenas, cíclopes y lestrigones, y de nada sirve haber vivido si no es para volver a montar en Rosebud sobre la nieve de nuestros recuerdos. Ya sea en verano o en invierno, jamás se olviden ni se abandonen; septiembre acabará pronto y si son capaces de proteger lo importante de su interior, puede que jamás comience. Todo es cuestión de actitud... 

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