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Siete de julio, San Fermín, la fiesta más internacional de cuantas componen el calendario lúdico de este país aún llamado España. Su reconocimiento es universal y todo empezó gracias a la labor divulgadora de un Nobel como Ernesto Hemingway enganchado a la fiebre del toro por su afinidad con el Niño de la Palma un decenio antes de que nos liáramos a tiros. Los sanfermines tienen al toro como elemento cohesionador, como motivo principal de la cosa, pero los tiempos son los que son y hay cerebritos que opinan y que sólo logran enredar. Progres que dicen que el encierro está muy bien, pero que no debería haber corrida. Sería como un arroz con pollo, pero sin pollo, una estupidez más de las muchas que nos rodean en este desatino de vida que nos ha tocado en desgracia, conque ¡viva San Fermín!
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