Tomás García

Un guayabo de Brasil en Santa Cruz

30 de noviembre 2024 - 03:12

La mezquita andalusí que se hallaba en la Plaza de Santa Cruz sería transformada en sinagoga después de la conquista cristiana de Sevilla, y en iglesia a finales del siglo XIV tras el asalto del pueblo a la judería. Este templo es derribado por las tropas francesas en 1811 y, como consecuencia de la demolición, los restos de Bartolomé Esteban Murillo, vecino de la plaza y enterrado en la iglesia, se dispersan entre los escombros. En 1921, en el marco de la remodelación del antiguo Barrio de Santa Cruz trazada por el arquitecto regionalista Juan Talavera y Heredia, la Cruz de la Cerrajería se traslada a la plaza desde el Museo de Bellas Artes. Esta magnífica obra artística del herrero almonteño Sebastián Conde (1692) se encuentra hoy escoltada por naranjos, rosas silvestres sobre un enrejado vertical, setos de pitosporo y evónimo, y por un sorprendente guayabo de Brasil cuya plantación se remonta a la urbanización de Talavera.

El guayabo de Brasil (Acca sellowiana) o feijoa es un frutal sudamericano de tronco retorcido que puede convertirse en un arbolito de hasta seis metros de altura con una poda adecuada. Nos ofrece flores espectaculares que contienen largos estambres rojizos y cuatro pétalos blancos-rosados comestibles; suelen abrirse en abril y pueden ser polinizadas por abejas, mariposas y algunas aves como los mirlos. Los frutos ovoides otoñales (bayas) presentan una pulpa amarillenta con una mezcla de sabores entre piña y fresa de los que pueden obtenerse mermeladas o bebidas, siendo ricos en yodo, vitaminas B y C y oligoelementos, manifestando importantes propiedades medicinales. Es una planta arborescente nativa de regiones tropicales y subtropicales sudamericanas que fue introducida en Europa en el siglo XIX. Sensible a los fríos intensos y al viento, se desarrolla bien en zonas costeras de nuestro país sin calores extremos. Además del guayabo de Brasil centenario de Santa Cruz, sólo existen en Sevilla cuatro tras el Museo Arqueológico en la Plaza de América y otros cuatro en los Jardines de Manuel Ferrand, quizá amenazados por las obras en la antigua Tabacalera como ya lo están los cercanos Jardines de Manuel Arellano, que han sido engullidos en parte por dicha intervención urbanística mastodóntica con la tala de árboles de gran porte....

La Plaza de Santa Cruz, presidida por la Cruz de la Cerrajería, conjuga el fulgor orientalizante de sus naranjos, el arte regionalista hispalense en su pavimento central de ladrillos y olambrillas, los efluvios eternos de la vida de los hebreos sevillanos, la presencia etérea del gran Murillo que enaltece con sus restos la tierra subyacente y la refrescante savia llegada a Sevilla desde el Nuevo Mundo representada por el exótico guayabo de Brasil. Esta amalgama destila el carácter ecléctico de nuestra urbe, continua receptora de múltiples influencias benefactoras que cuajan en su propia esencia forjada a través de milenios y que hemos de conservar para las futuras generaciones.

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