La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
Seguramente han oído o leído ustedes docenas de frases atribuidas a Bismarck, a Gandhi, a Churchill, a Einstein.
Por ejemplo, no es inhabitual que si piden un café en un bar se lo sirvan con un sobrecito de azúcar y una frase lapidaria de Sir Winston, real o apócrifa: “El gin tonic ha salvado más vidas y mentes inglesas que todos los doctores del imperio”, “La principal diferencia entre los humanos y los animales es que los animales nunca permitirían que los lidere el más estúpido de la manada” (teniendo en cuenta que él lideró la manada en más de una ocasión, y que tenía un muy buen concepto de sí mismo, esa frase es de dudable atribución), “Mis gustos son simples, se satisfacen con las mejores cosas”, y así casi hasta el infinito.
Churchill escribió mucho. Desde joven envió –y cobró muy bien– artículos sobre varias guerras, publicó semblanzas de personajes importantes, fue memorialista. Está en las bibliotecas y archivos. Y se conservan notas y grabaciones de buena parte de sus muchos discursos. Así que supongo que se podría investigar cada una de las frases que se le atribuyen para comprobar si en efecto las pronunció o no.
Con don Pedro Sánchez tenemos la ventaja (la pereza es una fuerza poderosa, como la inercia y la gravedad, sólo que más agradable) de no tener que rebuscar, entre los libros que no ha escrito ni en los discursos que le han preparado, para verificar que en efecto ha pronunciado una serie de frases. Se las hemos oído y visto decir.
Esperemos que Dios guarde la vida del señor Sánchez muchos años. Pero cuando por fin abandone este valle de lágrimas (las que causa a su paso) será difícil decidir cuál de sus sentencias utilizar como epitafio para su posteridad funeraria. No me cabrían todas aquí, pero adelanto algunas posibilidades:
“No dormiría tranquilo por las noches” (si fuera presidente con ministros de Podemos en el Gobierno). O esta otra, tan de actualidad: “¿La Fiscalía de quién depende? ¿De quién depende? Pues ya está”. O una más sangrante: “Con Bildu no vamos a pactar, si quieres lo digo veinte veces. Con Bildu no vamos a pactar”. U otra jurídica, antes de cambiar de opinión también en esto: “La amnistía no entra en la Constitución”. Y así, todas las que quieran. Tiene muchas para elegir.
Pero recientemente se ha superado. Recuerden su viaje a Paiporta, Valencia, acompañando a los Reyes (entiendo que Sánchez sea republicano: no sólo le resulta molesto no ser el Jefe del Estado, es que el Rey tiene más valor y empatía que él y, sobre todo, lo más imperdonable, es más alto y más guapo, y eso es inaceptable y de ultraderecha). Enfadado porque la población le recibió con insultos y lanzamientos de barro –lo que es tan comprensible como rechazable– sentenció: “Si necesitan más recursos, que los pidan”. Como si poner los medios públicos, pagados por todos, para solucionar problemas de los ciudadanos fuese una concesión graciable suya en vez de su obligación.
Tal vez pueda ser más ruin, pero tendría que esforzarse.
También te puede interesar
La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
Las dos orillas
José Joaquín León
Plataforma para las sillas
¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La hora del anticristo
La ciudad y los días
Carlos Colón
Martín Cartaya… ¡La vida!...