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Juan Espadas invita a Andalucía a que negocie una financiación singular como Cataluña. El líder del PSOE andaluz nos pide que espabilemos, como lo ha hecho la Generalitat, para “avanzar” en la reforma de la financiación autonómica. Nos sobran los motivos, podría añadir. Andalucía es la tierra de las artes y los espíritus por excelencia. Frente a las regiones más serias y eficientes del norte, el sol nos alegra la vida durante 300 días al año. Y somos una región tan poblada y extensa como Portugal, donde muchos sueñan con pasar una semana al año. ¿Qué tierra es más singular? Claro que si nos ponemos en modo excluyente, Almería podría reclamar su propio cupo al ser la huerta de media Europa. Y Sevilla por su capitalidad, y Málaga por su pujanza... Cada comunidad potenciaría su PIB regional vetando los productos del vecino. Y así podríamos retroceder al cantonalismo. Crearíamos una consejería de Singularidad a imagen y semejanza de los diecisiete modelos de Sanidad que ya existen, tan ineficaces y costosos como vimos al comprar mascarillas. Aunque si todos fuésemos igual de singulares, los separatistas protestarían. Es desquiciante: a los mismos que se les caía de la boca la pluralidad, de repente les ha dado por lo excepcional.
Juanma Moreno también nos pide que espabilemos y llama a los andaluces a salir a la calle contra el cupo catalán. Pero hasta que no nos afecte al bolsillo, las movilizaciones tendrán que esperar. El tiempo cambia a cualquiera. Ni Andalucía es la misma de la Transición, ni los andaluces tampoco. La sociedad perdió parte de su esencia cuando la mayoría se puso de acuerdo en que todos nuestros dirigentes son iguales, como ellos mismos se empeñan en poner de manifiesto.
Pedro Sánchez, que ha dejado en pañales a aquel Zapatero que le confesaba a Iñaki Gabilondo que había que tensionar el ambiente, señala sin tapujos el camino hacia una España federal al dictado independentista. Lo hace por la vía de los hechos vaciando al Estado de competencias e ignorando el principio de solidaridad. Este melón aún por calar puede ser tan peligroso como indigesto. La idea de avanzar en el autogobierno a la par que vascos y catalanes nunca la aprobarán los independentistas, que por definición siempre querrán diferenciarse del resto. Y lo que no dice Sánchez es que a Cataluña se le garantizaría el cupo fiscal por Ley, mientras que el resto tendrá que confiar en su buena voluntad y la bonanza económica. Este disparate responde al chantaje separatista y a un PSOE que ya no recuerda quién era. ¿No queda un solo diputado socialista que sea capaz de poner los intereses de todos por delante de los de su partido? García-Page y Lambán se atreven a alzar la voz de nuevo, pero hasta ahora siempre votaron a favor de obra. Veremos qué ocurre esta vez y qué camino elige el PSOE andaluz. Espabila, Andalucía. El curso político se presenta muy complicado.
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