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Leo con envidia que, en la Catedral de Valladolid, la Fundación Edades del Hombre ha inaugurado una exposición dedicada a Gregorio Fernández, Juan Martínez Montañés y la imaginería del siglo XVII. Con casi setenta piezas, la muestra es un recorrido significativo por la obra de los dos artistas. De Martínez Montañés han viajado desde Sevilla obras como el gran San Cristóbal de la Iglesia del Salvador y otras de la Catedral, la Universidad, Iglesia del Buen Suceso, Convento de San Leandro y el Museo de Bellas Artes que aporta el magnífico San Bruno. Da envidia la capacidad de organizar exposiciones de la Fundación Edades del Hombre, que desde 1988 ha realizado veinticinco ediciones en la Comunidad de Castilla y León y en otros lugares y es un proyecto de las once diócesis de Castilla y León con apoyo incondicional de la Comunidad Autónoma.
Las exposiciones de la Fundación han recibido a doce millones de visitantes y han expuesto más de 5.000 obras de arte, de las que se han restaurado un tercio de las mismas en el Centro de Conservación y Restauración del Monasterio de Santa María de Valbuena, sede de la institución. La idea original fue del sacerdote vallisoletano José Velicia y del escritor abulense José Jiménez Lozano, quienes realizaron una pequeña primera exposición de pinturas sacras en la Iglesia de Santiago Apóstol de Alcazarén. Velicia fue un eficaz comisario de las primeras ediciones y Jiménez Lozano, siguió dedicándose a las letras hasta alcanzar el prestigioso Premio Cervantes. De la primera exposición casi nadie se acuerda, pero como ellos repetían: Las edades del hombre era un pan amasado por muchas manos y con mucha inteligencia, mucho cariño y mucha pasión.
En 2016 Manuel del Valle planteó en el seno de la asociación Civisur, una idea que llamó Andalucía oculta, para organizar muestras según el modelo de Castilla y León, con estas palabras: “...tenemos, en mi opinión personal, mejor y más abundante patrimonio religioso histórico artístico; …pero gran parte de ese patrimonio artístico que posee la Iglesia andaluza en su conjunto yo diría que se mantiene como un tesoro oculto, que muy pocas personas tienen ocasión de ver y disfrutar, y que, en el mejor de los casos, se mantiene decorosamente conservado en Catedrales, Iglesias y Conventos abiertos y de clausura”. La idea fue bien acogida, desarrollada y presentada a la Asamblea de Obispos del Sur el 23 de octubre de 2016 en Córdoba. La propuesta fue recibida educadamente, pero sin mayor interés, diría que, con cierta suspicacia, salvo alguna excepción. Puedo decirlo con conocimiento, porque estuve presente en aquella sesión acompañando a Manuel del Valle. No digo que no se haya hecho nada en estos ocho años por los obispos andaluces, pero sí digo que en ese margen de tiempo los obispos castellanoleoneses hicieron cinco ediciones: Valladolid, Burgos, León, Salamanca y preparaban una en Amberes. Son otras formas de hacer las cosas y de dejar pasar el tiempo.
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