Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Crónica personal
Los socialistas andaban inquietos por lo que podría ocurrir ayer en el Congreso de Sevilla. Juan Lobato tenía que declarar ante el juez y entregarle los mensajes en los que se le instruía para que hiciera público el pacto de conformidad alcanzado por el novio de Ayuso con la Fiscalía, lo que pondría a Lobato en situación delictiva porque ese tipo de pactos son secretos; también se rumoreaba que podría aparecer alguna fotografía que demostraría que Aldama estaba en Ferraz la noche electoral de 2019, y que a esas dos situaciones preocupantes podría añadirse la aparición de nuevos testimonios que pondrían a Pedro Sánchez o a su mujer, o a los dos, en una situación imposible.
Lobato, en su declaración, anunció que, cuando la jefe de gabinete de Óscar López, que a su vez era entonces jefe de gabinete de Sánchez, le envió ese informe de conformidad del novio de Ayuso, él le preguntó sobre la procedencia del informe y recibió una respuesta vaga de los medios. De los medios de comunicación se supone. Inciso: el medio que publicó el informe –después de que lo recibiera Lobato– es elplural.es, diario que dirige Angélica Rubio, estrechísima colaboradora de Zapatero antes y durante sus años de presidente de Gobierno, que mantiene un sólido vínculo profesional con él.
En su declaración ante el juez, Lobato reconoció que creía que el origen del documento le enviaban era Moncloa, Presidencia del Gobierno, interesada en que difundiera esa información. Por otra parte, apareció ayer, como se temía, una fotografía de Aldama –la hizo pública La Sexta– en la que aparece, no al lado del presidente, pero sí en Ferraz, la noche de las elecciones de 2019. Es de dominio público que las noches electorales solo los muy cercanos a la dirección de los partidos pueden acudir a la sede central.
Por si fuera poco, Lobato se despidió de los periodistas que aguardaban a las puertas del Supremo diciendo que él, como socialista, va “con la verdad por delante”. Sobran más palabras: daba a entender que él respeta la verdad, no como otros miembros con poder en el partido.
La corrupción ha sido moneda corriente en la práctica totalidad de los partidos. Pero más allá de la corrupción económica, de sobornos, comisiones, tráfico de influencias y otras fórmulas delictivas, nunca se había llegado a tal grado de inmoralidad. Y mucho menos cuando la sospecha sobre la inmoralidad llega al fiscal general del Estado y al jefe del Gobierno. Quizá no han cometido delito recogido por las leyes, pero no han dudado en amparar operaciones muy alejadas de la honradez y mucho menos utilizaría la mentira como fórmula habitual de expresarse.
Todavía queda mucho por saber. Informaciones que guardan varios medios de comunicación a la espera de contrastarlas; y queda por conocer lo que pueden decir colaboradores de Sánchez decididos a presentar testimonio ante los jueces de forma voluntaria. Temen verse envueltos en un engranaje cada vez más turbio.
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